jueves, 23 de julio de 2009

Maribel /17

Hacerse las pruebas fue más complicado de lo que pensó en un principio pero merecía la pena, negativo, todo negativo como Joaquín ya suponía y con ellos se fue a verla y ella le estaba esperando con cara de pocos amigos.

Toma, le dijo Joaquín con ademán de desaire, aquí lo tienes. Maribel ni siquiera miró los papeles que sujetaba en la mano y ahora explícame por qué, ¿por qué?, me pediste los informes y aquí están, ya te lo expliqué, espérame a que salga, hablaremos, vale.

¿Cómo explicarle aquello a Maribel?, ¿cómo salir de aquel jardín sin rasguños?, ¿qué decir?, Joaquín no era un experto en el lenguaje y mucho menos en historias y la verdad no sabía qué contar, sólo le cabía la esperanza de que nuevamente el silencio le exculpara, pero quién podría saberlo.

¿Tú te crees que yo soy tonta?, Maribel, ¿tú te crees que yo me estoy matando a trabajar por nuestra casa mientras tú te acuestas con unas y con otras?, Maribel, pues estás muy confundido y no estoy dispuesta a pasar por esto, Maribel, calla, no hables, y no sé por qué lo hago, pero me voy a olvidar de ésta, pero es la última vez, no se te ocurra más, no sé por qué te perdono, no tienes derecho, dame un beso.

Y el beso, el silencio del beso y el momento, sellaron aquella situación tan importante para que ambos se conocieran, ella había sabido perdonarle aquella debilidad en un momento extremo, la mili, la distancia, la lejanía, la soledad. Él sabía que jamás debería contarle nada que tuviera relación con otras mujeres bajo ningún concepto, en ninguna ocasión.

Y volvieron a lo mismo con pequeños cambios, empezaron a ir al cine, un cine de barrio con programación doble, películas americanas de amor y acción, mujeres guapas y costumbres distintas, amor a pantalla grande, tardes de cine y palomitas y manos que se deslizaban de butaca en butaca, de película en película, de tarde en tarde.

La casa, el cine, los días. Era el momento de fijar la fecha de la boda, tenemos que pensarlo ya, sí, cuándo, no sé, tenemos que ir a la iglesia, pero si nosotros nunca vamos, es igual, hay que ir allí, da lo mismo.

El cura parecía tranquilo, sólo les regañó lo necesario, hay que ir a misa, ¿y cuándo pensáis casaros?, en primavera, en primavera hay muchas comuniones, es mejor en octubre, en primavera, está bien, tenéis que venir con dos testigos cada uno, el certificado de bautismo y después haréis el curso, mire que es que yo no tengo mucho tiempo, hay que hacer el cursillo no hay más remedio, cuanto antes tengáis los papeles y los testigos mejor, yo sólo les haré unas preguntas, vale.

Todo tiene sus trámites y también estos los solventaron, los testigos, las preguntas, ¿son buenos cristianos?, claro, todos los nervios del mundo, había que hacer tantas cosas, había tan poco tiempo, era tan complicado, había que ponerse manos a la obra y Maribel era la principal actora de esta obra, actora que no actriz, era la operaria, la que se lo curraba, la que había asumido el papel de productora de una película que tenía como final su boda, su matrimonio, su proyecto de vida.

¿Por dónde empezar?, los invitados, los tuyos y los míos, los regalos, celebrarlo en un sitio agradable, el viaje de novios, la casa, todo, dios mío, y después la forma de pagar todo esto, no te preocupes los regalos son dinero, te darán muchos sobres, te darán más dinero del que puedas imaginar, sí, si es así, pero sin saber nada debemos aceptar gastos de mucho dinero, sin saber si podremos pagarlo. Que sí, que siempre ocurre, sí, claro, o no, y no lo vas hacer en un sitio que no le guste a los invitados, y cuántos invitados, dios mío, cómo tener respuesta a todo, tierra trágame.

© 2009 jjb


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1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay nada mas estresante, agobiante, frustrante y desesperante para una pareja que los preparativos de una boda.
Esperemos que Maribel y Joaquin salgan airosos de toda esa locura.