lunes, 21 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO

El año pasado cubrimos estos dias tan duros con lo que me mandaban los amigos, este año no quiero hacerlos trabajar asi que me voy a tomar unas merecidas vacaciones y no pienso publicar nada hasta el 11 de Enero del 2010.

Eso si aprovecho para desearos lo mejor, para rogaros que esteis ahi, no quiero que falte nadie, ese dia y que el año que viene sea exactamente lo que vosotros querais que sea, ni mas ni menos, mis mejores deseos para ti que me lees.

Y si me quieres contar algo mandame un correo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Hablar por hablar /20

El chat se había encogido por primera vez. Desde que Joaquín y los más viejos del lugar lo conocían no había estado tan estático, tan quieto, tan mudo. Parecía que allá en sus casas, en esa conexión mágica y cibernética con el mundo, ninguno de los que miraban la pantalla, nadie de los que estaban escuchando la emisora de radio, estuviera respirando. Siquiera moviendo un milímetro de su cuerpo. Como si el hacer el más elemental de los movimientos humanos les hiciera perder la atención. Porque eran todo oídos para lo que pudiera decir Antonio de Cantabria. De Cantabria, que parecía mas que su origen un apellido noble. Pero quien podía pensar en eso salvo Joaquín en aquel momento.

El día que te llamé fue muy duro para mí, muy duro. No veía más que sombras, todo negro. No tenía salidas. Me ayudó mucho el poder desahogarme cuando os lo conté a vosotros y os pido perdón por ponerme a llorar, pero me liberó de muchos fantasmas. Y cuando eso ocurrió pude oír, pude oíros, porque antes sólo me oía a mí mismo y sólo a lo peor de mí mismo.

Pero ya te digo que pude oír y sobre todo eso que me dijiste que habían escrito, habla con alguien, habla con alguien. Porque pensaba que al dejarme ella, aún no soy capaz de decir su nombre, ya no había ni nadie ni nada más. Escuché eso y pensé en alguien, una amiga que hacía mucho que no sabía de ella. Una amiga de la infancia, del barrio, de aquí.

No me digas por qué Macarena, pero pensé en ella. Era ya muy tarde. Escuché el programa aún con lágrimas en los ojos pero no dejaba de pensar en ella durante todo el tiempo. Se habían evaporado las malas ideas y al día siguiente llamé a esa amiga por teléfono. Le hizo mucha ilusión saber de mí. Nos hemos visto y no se puede decir que hayamos hecho nada, pero me encuentro muy a gusto con ella y he notado otra vez que tengo ganas de vivir. Que tengo al menos una razón para levantarme por las mañanas y he querido compartirlo con todos los oyentes y con los chapines. Y también daros las gracias porque sin vosotros no hubiera podido estar aquí y ahora, muchas gracias.

Macarena también enmudeció y fue un silencio de gloria, como un respiro jalonado de cientos de miles de sonrisas que esperaban otra cosa y les gustaba lo que estaban oyendo. Fue sólo un momento de magia porque enseguida la locutora le dijo lo contenta que estaba. El chat se vistió de las mejores galas y la mayor velocidad. Y en muchas camas de muchos sitios del globo, muchas personas corroboraron que merecía perder el sueño por encontrar un momento de magia radiofónica así, de esos que por poco comunes son más apreciados, son únicos.

Joaquín se urdó más relajado porque ahora sí que el tal Antonio de Santander y él coincidían. No sólo en una, en muchísimas razones para vivir y en muy pocas para no hacerlo y ya no le importaban ni las ojeras, ni el haber estado varios días como un muerto viviente ni nada. Había merecido la pena compartir aquellas confidencias multitudinarias y poder contarlo, aunque era consciente que cuando al día siguiente lo contara nunca tendría la fuerza de la noche. Jamás logró darle el punto a la narración de lo que él sentía porque no era el momento ni el sitio para encontrar la atmósfera adecuada.

Después de aquello casi todo sobraba. Era un desfile de palabras de alegría, de inundación de solidaridad, de dicha, y ya pocos o ningún problema cabía. Sólo quedaba en el chat algún recalcitrante miembro que decía que todo era un montaje, que no era real. Pero Joaquín pensaba que le daba igual, que ya podía dormir tranquilo. Y en ese estado seráfico se durmió como un bebé, como hacía mucho tiempo que no dormía.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Hablar por hablar /19

Lo sabía. El día siguiente, que en realidad era el mismo día unas horas después, fue aún peor que el anterior. Bostezos, a veces la mirada perdida, atontamiento general. Vaya perrera que tenía, como decía Ana, dibujando con localismos una sensación indefinida entre las ganas de dormir y las ganas de no hacer nada.

Por la tarde habló con Ana. Que ya se lo he contado, que muy bien. Ves tanto miedo, tanto miedo, tu madre encantada seguro. Sí, la verdad es que me dio la impresión de que hacía tiempo que lo estaba esperando y tenía preparada hasta la respuesta. Pues claro, tu madre es la única mujer que te conoce mejor que yo y a la única que le permito que te quiera más que yo. Estará contenta y más cuando hable yo con ella y le cuente los detalles. Quiero que me ayude porque tú eres un Adán y a ella le hará mucha ilusión.

Pues sí, seguro que sí. Bueno yo ya lo he dicho, ahora vosotras os arregláis que os lo pasáis muy bien poniéndome a mí de vuelta y media y haciendo vuestras cosas, a mí si me necesitas me lo dices.

Pero yo también quiero participar, en lo que sea. Para comprar trapos no, pero de chofer, de transportista, de lo que sea sí. Pero nada de elegir ropa ni historias que sabes que soy incapaz. ¿Incapaz?, que no te da la gana. A tu edad y tu madre aún comprándote los calzoncillos… vergüenza tenía que darte. Y cuando nos casemos ¿quién te los comprara?, ¿tu mamá?. O ella o tú, yo no sé. ¡Qué poca vergüenza!, decía Ana poniendo una exagerada cara de escandalosamente sorprendida y sabiendo que a pesar de la cara, le tendría que comprar los calzoncillos por una incapacidad innata para comprarse nada y también una buena dosis de costumbre a que lo hiciera otro.

Tampoco le importaba demasiado porque sabía que Joaquín estaba siempre dispuesto y de buen humor para lo que fuera. Pero era incapaz de hacer las más sencillas labores cotidianas como fregar, lavar la ropa, planchar, comprarse la ropa, cocinar y unos cientos más de cosas sencillas que para él eran imposibles.

Ana le notó que tenía muchas ojeras, más de lo que habitualmente solía tener. Pero sabía que Joaquín era un poco hipocondríaco. Se preocupa si le decían que tenía mala cara, o si tenía mal aspecto, o si le dolía algo. Por eso Ana le dijo, sin preguntarle, si dormía poco últimamente. Y Joaquín le contó los últimos episodios de su programa de radio y las noches en vela que aquello le había acarreado. Es que tienes ojeras y tienes que dormir. Contenta estará tu madre. Sí, está muy enfadada. Menuda bronca esta mañana. Pues cuando vivamos juntos yo no pienso insistirte. Como no te levantes tú solo no irás al trabajo a tu hora, que menudo suplicio tu madre hasta que logra arrancarte de la cama.

Esta noche me duermo a las doce, ni radio ni nada. Pero no fue cierto porque esperó hasta la una y media. Unos minutos más y volvía a escuchar la voz de Macarena saludando, resumiendo lo que había pasado el día anterior y comenzando una nueva sesión de aquello que le atraía tanto como para olvidarse de dormir durante muchos días.

Las primeras llamadas eran anodinas, ni siquiera mencionaban ya a Antonio. Ni siquiera le daban ánimos para que se enganchara de nuevo a la vida. Uno contaba que se había enamorado, otra que se había casado. Nada importante, todo cotidiano, nada excepcional.

Tras las noticias de las dos, después de los anuncios, Macarena, la locutora dice: nos llamó hace unos días para decirnos que quería irse de este mundo. Y muy contenta hoy saludó a Antonio de Santander. Buenas noches. Hola Macarena.

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 18

Y dame un beso que se te pone cara de carnero a medio morir cada vez que me quieres decir algo. Rieron por la ocurrencia y Joaquín nuevamente vio que su madre se adelantaba a sus palabras. Que sabía desde hacía tiempo lo que le iba a decir e incluso posiblemente la contestación. Le gustó oír lo que quería oír y le dio un beso a su madre dándose gracias porque fuera como era, por haberle dado la palabra justa en el momento oportuno. Pero en ese momento de distensión familiar se acordó, la radio, Antonio, el suicidio.

Mamá que me voy a oír la radio. No oigas la radio que te dan las tantas y mañana no hay forma de que te despiertes. Que sí, que voy a preparar todo aquí que quiero ver el ordenador también. Y ahora encima sin estar acostado, con lo cual las posibilidades de que te quedes dormido son nulas. Con la buena noche que se había presentado y ahora sales con la radio de las narices. Pues no me hace ninguna gracia. No, no seas zalamero, dormir era lo que tenías que hacer y no perder el tiempo oyendo tonterías.

Pero Joaquín ya estaba preparando el terreno para una larga noche de radio, para saber la continuación de aquella apasionante historia del día anterior. Ya se la había olvidado el sueño que había tenido todo el día, se le había olvidado la tensión por lo que su madre hubiera podido decir al comunicarle lo de la boda. Todo estaba olvidado y él más que relajado se encontraba ansioso de saber que pasaría aquella noche en la radio, después de una noche anterior tan movidita. Lo demás estaba ya felizmente superado y él estaba loco por saber que pasaría aquella noche.

Sin cesar en sus refunfuños firmes, pero cariñosos, su madre se fue a dormir. Por favor vete pronto a la cama, si no mañana te vas a enterar. Sí mamá, hasta mañana. Y Joaquín se quedó emplazado con el chat abierto y la radio encendida para escuchar su programa favorito.

Había movimiento en el chat y todo giraba sobre lo sucedido en la noche anterior. Unos que si pobre, otros que no era verdad que sólo lo hacía para llamar la atención. Otros que era el mismo de siempre que amenazaba con hacerlo y no hacía nada. Había opiniones para todos los gustos y lo que era peor, a la misma velocidad de vértigo de siempre.

Macarena había comenzado. Citó la conversación del día anterior con Antonio. Se oyó la conversación cuando decía que quería quitarse del medio. Sonaba un poco más trágico con el paso de aquel día. Y empezaron las llamadas. Todas citaban el caso pero después pasaban al suyo y le parecían tan menores comparados con el otro que apenas atendía. En el chat también estaban inquietos dándole vueltas y vueltas y diciendo algunos lo que todos querían. Que Antonio, el presunto suicida, apareciera de nuevo en las ondas, que les dijera algo.

Pero eso no ocurría y los minutos iban pasando, y las horas, y el sueño iba en aumento en casa de Joaquín. Al mismo tiempo que la sensación de culpabilidad y la presunción de que iba a ser otro día duro. Siempre se arrepentía cuando ya era demasiado tarde y ya no había solución. En ese momento iba a empezar el servicio informativo de las cuatro. El programa había acabado y aún le quedaba apagar el ordenador, pero eso podía esperar. Estaba loco por irse a la cama y allí acabó por fin. Ni siquiera le quedó tiempo para pensar en nada, como decía su madre a veces en broma. Esa noche no se durmió, se desmayó.

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martes, 15 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 17

La tarde fue tranquila. Ana, un paseo, ¿aún no le has dicho nada a tu madre?. Esta noche, a ver como lo toma. Pues una alegría, cómo lo va a tomar. No sé, me preocupa. Joaquín, tu madre quiere lo mejor para ti y lo nuestro es sólo una cuestión de tiempo. Pues sí, tienes razón.

Y llegó a casa, cenó tranquilamente y en su diaria sesión de sofá se puso serio, muy serio. Mamá tengo que hablarte. Hijo, no me asustes. No, si no pasa nada. Pues tú dirás. Que Ana y yo… bueno que hemos hablado. Y los ojos de su madre estaban fijos en los suyos, como con una sonrisa muy profunda, como diciéndole sé lo que me vas a contar y me parece muy bien. Como si le estuviera dando esa sensación de seguridad que sólo ella le había dado durante tantos años. Que nos queremos casar. Joaquín eso ya lo sé. No, que queremos casarnos y ya hemos puesto fecha, el año que viene. Hijo, no podías darme una alegría mayor. Bueno sí, que tuvieras gemelos, pero ésta es la previa. Ven aquí, dame un beso.

¿Y ya está?, ¿no me dices nada más?. Y qué quieres que te diga. Ana es la mujer ideal. Es buena chica, te quiere, está loca por ti, es discreta, es guapa, es trabajadora, tiene carácter y no se deja avasallar por nadie. Es una mujer con visión de mujer de hoy, no como nosotras que éramos muebles. Y sobre todo, tú la quieres. Yo como soy tan vieja, he visto como los hombres sois tan tontitos que aunque una mujer no tuviera las virtudes de Ana, aunque fuera malísima, aunque se estuviera riendo de ti, si te ciegas con ella seguro que lucharías contra todo y todos para estar con ella. Sois así de primarios. En este caso la quieres, ella te quiere y es una mujer magnifica. Pues estupendo.

Pero mamá, nos iremos a vivir juntos. Te quedarás sola, aunque vendremos a menudo a verte. Pero algo tendrás que decirme. No sé, ¿sola?, pero si estoy loca porque te vayas y me dejes sola. A ver si me echo un novio, que todo el mundo se cree que tú lo eres y yo soy una enferma. Que no, que es broma. Tú lo deberías haber entendido. Yo no quiero que te cases con una marquesa, ni con una millonaria, ni con una modelo. Yo quiero que tú seas feliz y estoy segura que con Ana vas a serlo, ¿qué más puedo pedir?

Y que te vas, ¿tú crees que yo no me fui de mi casa?, ¿tú crees que todas las parejas desde el origen de los tiempos no se iban?. Es ley de vida. Es así. Me guste o no me guste, es así. Pero el caso es que a mí me gusta, y por cierto, a ver si me das un nietecito para ya darme el placer completo.

Que no cariño, que yo lo esperaba. Que quería que ocurriera, que es lo natural. Y lo único era que dieras el paso adelante y dijeras pues en tal fecha, pero yo n o tenía ninguna duda sobre eso, ninguna. Además estoy loca porque se pelee Ana contigo por las mañanas y no yo, que me tienes aburridita. Ven, dame un beso.

Siempre me sorprendes. Esperaba un reproche, un mal gesto. Qué sé yo, algo. Y sólo me dices que te parece bien. Pero Joaquín, soy tu madre. Te he parido. Te quiero y sólo quiero que seas feliz, que todo en tu vida sea propicio, que tu vida sea sólo un poco mejor que la mía. Y yo sé que la felicidad es una suma de pequeñas cosas y de grandes cosas, de decisiones buenas y decisiones erróneas que se corrigen, de ir y de venir. Pero lo que vas a hacer no sólo es ley de vida, sino que me parece otra de tus decisiones acertadas. Una más.

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lunes, 14 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 16

Muy poco tiempo. Qué sensación más mala de no haber dormido nada. Qué terrible dolor de cabeza, como si tuviera un sombrero de hierro, una boina de hierro en la cabeza. Qué sensación de culpabilidad, como si se hubiera portado mal, como si hubiera hecho alguna fechoría infantil.Y qué poco tiempo para prepararse. No tenía costumbre y le estaba pesando el trasnochar.

Qué sueño. Qué mañana más larga. Cuánto le costaba hacer el más mínimo movimiento. Cualquier cosa cotidiana era ese día un gran logro,doble de trabajo. Su mente iba a una velocidad inferior y su cuerpo aún más.

Ana lo llamó. Cariño estoy fatal. Ayer hasta las tantas, uno que decía que se iba a suicidar. Si, que ya lo sé, pero sabes que me gusta, estaba muy interesante. Si, que si, que tienes razón pero sabes que me gusta. Y yo a ti, nos vemos luego. Un beso.

Lejos de allí, en su trabajo, su madre estaba pensando en que algo le pasaba a Joaquín. En dos ocasiones había hecho intención de contarle algo, como cuando quería que le diera permiso para irse de vacaciones con su novia, o como cuando le contó que estaba buscando trabajo antes de acabar sus estudios. Era su situación de contarle algo importante y las dos veces se había echado atrás. ¿Qué podía ser?. ¿Qué dejaba a Ana?. No, estaban muy enamorados. Ana era una niña encantadora. Había pasado todas sus pruebas de madre preocupada y era casi perfecta. Lo quería y tenía un carácter lo suficientemente acogedor, lo suficientemente fuerte como para hacer feliz a Joaquín. Y eso es lo que ella pretendía como madre, que su hijo fuera feliz, sólo eso. Era muy consciente que la felicidad nada tiene que ver con el dinero, con la soberbia y con el orgullo. Es patrimonio de los que la buscan y de los pocos que la encuentran.

La madre de Joaquín pensaba que posiblemente había llegado la hora de que Joaquín se casara, como su hermano, y nada le podía hacer más feliz que eso. Si, posiblemente se sentiría un poco sola. Quizás con la sensación de haber culminado su trabajo, quizás como si ya pudiera dedicarse a ella misma. Pero que noticia más buena sería ésa. Que su hijo se casara y que le diera nietos. Que le regalara su felicidad y un nuevo motivo para vivir. Pero si era eso lo que quería decirle, no entendía por qué se había echado atrás. Que se casara era lo mejor que podría saber, la mejor noticia.

Joaquín seguía viviendo su día de perros, pensando en qué habría sido de Antonio. No lo ha hecho, eso pensaba. No lo ha hecho. Pero claro, no podía seguir la lógica de sus pensamientos. Él era distinto, jamás se lo plantearía, en ninguna circunstancia. Pero seguía intrigado por saber que habría sido de aquél que le había robado el sueño la noche anterior.

Entre pensamiento sobre Antonio y aquella noche en blanco, volvió a pensar en que tenía que contarle a su madre sus planes de boda. Lo había intentado dos veces y se había echado atrás. Menos mal que milagrosamente ella no se había dado cuenta, porque era muy larga y siempre le descubría en sus intenciones. Pero esta vez no. Había salido ileso pero sin decirle lo que tenía que decirle. No quería hacerle daño y el que se quedara solo posiblemente no era muy agradable para ella, pero tenía que decírselo mejor antes que tarde.

Aquella noche buscaría el momento propicio, la ocasión adecuada, para darle la noticia. Seguro que se alegraba pero seguro que se preocuparía por ver que su vida iba a cambiar. Y a él también le costaba hacerse a la idea de vivir sin ella, aunque fuera para comenzar una vida nueva con Ana, tenia que decírselo.

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viernes, 11 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 15

Antonio de verdad, habla con alguien, sigue el programa, el chat está al rojo vivo de palabras de ánimo para que veas la realidad de otro modo, para hacerte ver que las cosas siempre tienen solución. Gracias Macarena, pero yo sé que no, sé que esto no tiene solución, gracias a todos, adiós. Y comenzó un inquietante pitido de llamada perdida, de argumentos perdidos, una tremenda sensación de que aquel asunto llevaba trazas de acabar mal, de que de nada habían servido las palabras de ánimo, la mano tendida a quien pedía ayuda.

Joaquín se quedó con una profunda sensación de vacío, con la convicción de aquel hombre estaba hablando en serio, muy en serio, y sin saber qué se le podía decir a quien no quería escuchar sino su propia pena repetida y aumentada. No le daba pena, sentía impotencia porque no sabía qué podría hacer él para sacarle de su laberinto. No era de llamar a los programas, jamás lo había hecho, incluso en el chat tampoco decía nada y se limitaba a leer lo que otros decían, pero tampoco tenía nada que decir en este caso, porque era imposible para él pensar que podría hacerle ver más claro a alguien lo que no veía.

Las intervenciones de otras personas siguieron hablando del caso que había impactado aquella noche, todos con peor o mejor suerte querían darle ánimos, querían sin decirlo que no se suicidara, pero Joaquín se dio cuenta que siempre utilizaban eufemismos, no te vayas, no nos dejes, recapacita, nadie decía no te mates, parecía que el mero hecho de decirlo podría animarle o quizás convocar los peores augurios, todos hablaban con miedo, con palabras de cariño, con ganas de que no ocurriera nada.

Juana de Toledo, buena noches, hola, yo quería hablar de otra cosa pero he oído a Antonio y me he quedado de piedra, con lo bien que está vivir, con la cantidad de motivos que hay para vivir y este hombre se quiere quitar del medio al primer problema, con la cantidad de chicas que le estarán esperando, con los hijos que podrá tener, con lo bueno que es saber estar aquí y que hay días malos y días buenos, hay que vivirlos todos, porque los días malos son la entrada a los días buenos.

Y Joaquín oía palabras que él podría haber suscrito, un poco de sensatez, menos espectacular que lo otro, pero era cierto, hay muchísimas mas razones para vivir que para no hacerlo, jamás se lo había planteado pero así era, era una verdad de Perogrullo, pero esta mujer la estaba diciendo en el momento oportuno y Joaquín pensó que aquella sí podía ser la vía, si es que Antonio seguía o quería escuchar palabras sensatas, en vez de seguir perdido en su negra visión de la realidad.

Juana, te dicen los chatines que te apoyan en lo que dices, lucas675 dice que lo que dices no son palabras es la vida, chiquitina te dice que firma tus palabras punto por punto, claro, es así, no nos podemos arrugar a las primeras de cambio, hay que ir hacia adelante, pero no son palabras, es la verdad, hombre cada cual tenemos nuestro carácter y a lo mejor Antonio necesita un poco de ayuda, pero hay que ir hacia adelante, para atrás ni para coger carrerilla, siempre hacia adelante.

Gracias Juana, Luis de Teruel, y seguían entrando oyentes que no presentaba sus propios casos sino que opinaban y aconsejaban a aquel hombre que desesperado había mantenido despiertos a todos los oyentes hasta el final del programa, como Joaquín que miró inquieto el reloj y vio que hoy no se había dormido cuando solía hacerlo, estaban cercanos a las cuatro y dentro de unas pocas horas tendría problemas con su madre a la hora de levantarse, pero había estado muy interesante.

Coincidiendo con las señales horarias de las cuatro, cuando empezaba el servicio informativo, Joaquín se sumió en un profundo sueño que no duraría mucho tiempo.

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jueves, 10 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 14

Y había muchas personas solas o al menos eso parecía al escuchar desgarradores relatos de vidas que ya no son lo que fueron por culpa de un error, o de las malditas drogas que todo lo arrasaban, o del alcohol del que Joaquín no lograba entender cómo no le trataban como una droga más aunque fuera legal. Tragedias cotidianas, susurradas, contadas entre sollozos, rozando el corazón de todo aquel que quisiera creer lo que allí se contaba.

Hola Gemma, te oigo desde hace más de diez años, soy Macarena, es que estoy un poco nerviosa, que resulta que me van a echar del trabajo y tengo dos hijos y no sé qué hacer, la verdad; cierran la fábrica y nos echan a todos y no sabemos qué hacer ni dónde ir, estamos desesperados…

Antonio de Santander, hola Macarena felicidades por el programa, estoy solo, mi novia me ha dejado por otro y yo no puedo vivir sin ella, he intentando sobreponerme y no puedo más, la vida me pesa cada vez más y no veo solución, no encuentro el camino de salida y he tomado la decisión de quitarme del medio, ya no tengo ganas de estar aquí, y Antonio se puso a llorar de impotencia, quizás de miedo. Macarena intentó calmarle saltándose la regla no escrita de no hablar, Antonio, por favor, háblanos, no puedo más, de verdad, no puedo más, y el grito de Antonio y su desesperación sonó cierto en el silencio de la oscuridad de la habitación de Joaquín que atendía asombrado a la voz de aquel hombre terminado, de aquella persona que ya no quería vivir porque la vida le pesaba como una losa, ¿no tienes a nadie que te ayude?, ¿estás solo?, mis padres me han ayudado, mis amigos, pero yo sin ella no soy nada, no puedo estar así, lo he intentado Macarena, pero no puedo, y de nuevo comenzaba ese llanto seco, cortante, que llenaba el espacio de tensión y silencios, que daba miedo porque hacía cualquier amenaza cierta.

Antonio estate a la escucha, te vamos a ayudar los oyentes y los chatines, todos, pero por favor llama a alguien, no estés solo, tenemos mucho que compartir contigo, llámanos en unos días y ya verás cómo todo volverá a su justo lugar, un chatin, patty99 te dice que eres necesario, que ahora no lo ves pero que lo verás, leodivico45 te pide que si no lo haces por ti lo hagas por tus padres, que pienses sin el velo de lo que pudo ser y no fue, que tienes mucha vida por delante y hay muchas razones para no abandonar el barco.

Joaquín estaba con el oído en atención extrema, pendiente de hasta el último comentario, intentando saber qué podría hacer Antonio de Santander. Entendía perfectamente el vacío que podría sentir sólo con pensar qué le ocurriría a él si Ana le faltara y además de aquella manera, yéndose con otro, o de cualquier otra; lo peor sería entender su vida sin ella, pensar en un mundo sin Ana. Le entendía perfectamente y estaba seguro de que serían momentos complicados y duros, pero tanto como para suicidarse, no sé, quizás Antonio supiera que su chica oía el programa y quería mandarle un mensaje desesperado, a lo mejor ella era una de las chatinas.

Era una situación peliaguda, pero cabían todas las posibilidades, los mensajes de los chatines que leía Macarena parecían hacer mella positiva en Antonio, que estaba más calmado y había abandonado el llanto tremendo por una repetición de monosílabos aprobatorios cada vez que Macarena leía algún comentario de los chapines.

Macarena que siempre tenía una voz jovial y amiga, esta vez tenía voz de circunstancias, muy seria, quizás preocupada por el desenlace que todo aquello podía tener, quizás buscando una fórmula no directa para llenarle de razones a Antonio para que desistiera de su empeño. Lo cierto es que con aquella tensión los minutos se convertían en segundos y a nadie le importaba que aquella llamada ya estuviera durando demasiado.

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 13

Qué cosas más raras les ocurrían a los demás, intentaba buscar paralelismos y no los encontraba. Su vida había sido normal, o al menos él consideraba que eso era la normalidad, alejada de rarezas, grandes convulsiones o catástrofes, salvo la separación de sus padres, lejana y deliberadamente cerrada porque era un tema al que su madre tenía cierta y especial aversión. Su vida había sido muy vulgar, muy tranquila, posiblemente a ojos de cualquiera muy aburrida, su madre le llevaba a todas partes de pequeño, el colegio, los amigos de la infancia que luego lo fueron de la adolescencia y después de la madurez.

Conoció el amor de la manera más natural del mundo, Ana había sido su amiga y su cómplice desde que tenía uso de razón y todo surgió cuando surgió el deseo y dejó de ver una niña para notar que sus sentimientos se traducían en sensaciones, sus cariños en deseos y sus ganas de jugar con ella en motivos para compartir con ella.

Estudió, vivió, conoció y su madre seguía siendo su constante y él hizo todo lo que tenía que hacer, aprobar, buscar un trabajo, no dar ninguna razón para el escándalo, ni el disgusto, ni el desconsuelo. Todo caminó en su vida de manera tranquila y recta, sin grandes disgustos ni grandes saltos hacia arriba y hacia abajo, era feliz porque tenía lo que quería y lo apreciaba y sobre todo le gustaba querer y ser querido, y jamás le pasaron aquellos grandes dramas que él escuchaba en la radio, de madrugada, y que tanto le atraían y le sorprendían.

Cuando tenía que hacer lo que en ese punto era razonable hacer, fuera estudiar, trabajar, divertirse, votar, casarse, llorar o cualquier otra cosa que fuera lo propio del momento, la había hecho con la mayor naturalidad, sin obligación, con plena consciencia de que aquello era lo que quería hacer, y siempre había sido así, sin grandes desgarros, sin grandes alharacas.

Por eso oír todo aquello le atraía tanto, nada más lejano de lo que antes de oír aquel programa creía el que era el mundo, la vida. Suponía un universo de personas muy parecidas a él, más listas, menos listas, más guapas, menos guapas, pero con los mismos principios, la misma forma de vida, todo muy similar.

Había oído hablar de malos muy malos en los periódicos, en las películas, incluso su madre le hablaba a veces de aquel vecino que aterrorizaba al barrio cuando ella era pequeña, aquel otro que se escapó al monte, historias, anécdotas, cosas que les pasaban a los demás y que nunca en la vida ni siquiera le rozaron, ni apenas vio de lejos.

Pero estos no eran malos malísimos, eran personas corrientes, con voz corriente que al amparo de la noche contaban cosas que les ocurrían que eran absolutamente ajenas a él a veces, tremendamente dramáticas otras y otras más tan extremas, que a pesar de intentar que no fuera así le parecían cómicas por lo descabelladas.

Eran personas aparentemente normales pero que relataban la crónica de la infelicidad o de la controversia o de la negligencia, a veces de lo extremo, otras de lo terriblemente dramático consecuencia de un pequeño error, una decisión mal tomada o de eso que también salía en las películas y que llamaban el destino.

A veces le contaba a algún amigo lo que oía en la radio, y en muchas ocasiones le decían que aquello estaba preparado, él ya lo había pensado, pero tenía la íntima y total convicción de que aquello no era preparado, que sólo era un biombo que tapaba las caras y al amparo del biombo la gente contaba lo que no podía contar a nadie por pudor, por miedo, por vergüenza o por soledad.

© 2009 jjb

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lunes, 7 de diciembre de 2009

Espera un poco

Queridos lectores, las fiestas son las fiestas, y un abnegado trabajador como yo tiene mas que merecido unas vacaciones, así que el miércoles mas, pero el miércoles no faltes, y feliz puente.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 12

Había disparidad de criterios, unos opinaban que lo de Juani era para matarla y otros que debería confesarlo, que todos supieran su realidad actual y Joaquín seguía pensando lo lejos que le quedaba todo eso pero que si Juani contara lo suyo tendría complejos y numerosos problemas, muchas opiniones y sobre todo tan deprisa, tan rápido aparecían en su pantalla como desaparecían, era de locos, pero de vez en cuando podía entender algún comentario y otras Macarena leía en antena algunos que le llamaban la atención y se dijo a sí mismo, si Macarena lo puede leer yo también.

Y siguió en esa lucha por intentar leer el chat y seguir apasionado por aquel tema de cambio repentino de orientación sexual y como él pensaba, también cambio urgente de sentimientos, de amores, de lealtades.

Pedro de Murcia, buenas noches, enhorabuena por tu programa, te oigo todas las noches, mira que es que éstos que han llamado antes de los que eran una cosa y luego fueron otra, que a mí me parece que eso está muy mal, que hay que ser lo que se es y dejarse de tonterías, porque cómo voy a dejar yo a mi novia con lo buena que está y cambiarla por un tío, eso no es normal, es cosa de gente muy rara, vamos que no, que yo no lo entiendo, gracias Pedro de Murcia. Chus de Cuenca, pues que felicidades por el programa, yo no estoy de acuerdo con el que ha hablado antes de mí, porque cada uno tiene derecho a ser feliz y si cambia de opinión pues debe aceptarse como es, yo estoy a favor de que seamos como cada uno queramos y nos aceptemos como somos, gracias Chus de Cuenca.

Estaba muy entretenida la noche, el tema había suscitado la polémica y había gente a favor y en contra, Joaquín no sabía en qué proporción pero él se situaba en un punto ajeno, en el que veía aquello absolutamente fuera de sus posibilidades, de su vida. Por otro lado respetaba las posturas de cada cual, era más su reproche a la pérdida de sentimientos que al repentino cambio de las tendencias sexuales.

Joaquín no era un moralista, su mente era totalmente abierta y entendía perfectamente que cada cual podía tener sus pautas de actuación, sus formas de conducta y sus principios y todos eran respetables si también respetaban los de los demás, por tanto no le escandalizaban ciertas cosas que sí lo hacían en otras personas, pero no le eran propias, eran absolutamente ajenas a su vida, a su forma de ser.

Por eso aquello le sorprendía pero no le servía para hacer teorías de ningún tipo, nunca jamás le podría pasar nada de aquello, pero ni censuraba, ni juzgaba, ni condenaba la conducta de otros, no se consideraba quién para hacerlo ni le gustaría que alguien lo hiciera con él, aunque sabía que la gente suele juzgar a los demás, les etiqueta.

Leonardo de Tenerife, buenas noches, hola, estoy un poco nervioso, que resulta que yo soy homosexual pero siempre lo he ocultado para no darle un disgusto a mis padres, me casé con una chica, la verdad es que es muy buena chica, tuvimos un hijo que ya tiene treinta años y lo cierto es que mi vida ha sido muy poco feliz y lo que es peor, ella sin comerlo ni beberlo tampoco ha sido feliz porque hasta hace unos años no sabía nada porque yo no le había dicho nada, lo que hice fue una gran injusticia para ella y un grave error, porque de nada vale ocultar lo que sientes o lo que eres, pero es mucho peor engañar a los demás en sus sentimientos y condenarles a llevar una mala vida.

© 2009 jjb

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