jueves, 16 de julio de 2009

Maribel /12

Hablaban y Joaquín bebía aquel coñac que tan mal olía, seguía fumando y le ofrecía a Maribel, a veces se fumaba uno, más que fumarlo lo quemaba, y a duras penas lograba evitar toser. Joaquín estaba locuaz cuando se tomaba dos copas de coñac y a Maribel le gustaba que le hablara de sus planes, porque ella estaba incluida en ellos, una casa, unos muebles, unos niños, cosas simples, pero que formaban el sueño de Maribel, sobre todo compartido con él. El coñac, todos los chicos bebían y fumaban, excepto los raros, pero había tan pocos raros, también les gustaba el fútbol y hablar de mujeres, pero siempre respetaban a su novia, hablaban de otras, pero nunca de la formal.

Un día al dejarle en casa, Joaquín le acercó los labios a los suyos y le besó, lo hizo con total maestría, como nadie antes había besado a Maribel, con su lengua abrió los labios sellados de ella y después esa misma lengua buscó la de Maribel. Aquello era nuevo, aquello le gustó mucho y después de besarla durante un momento que pareció eterno, le dijo hasta mañana y se fue, y allí, escaleras arribas, con el placer aún en los labios, sin querer pensar en nada salvo en la emoción del momento, unos segundos después, pensó, ¿dónde habrá aprendido a hacer eso?

Y así, entre el cielo y el infierno, entre la felicidad del corazón a cien por hora y la duda de que hubiera hecho prácticas externas, se iba acercando a casa y era el momento de disimular tanta emoción resumida en un momento.

Se recolocó como pudo, hola, a ti te pasa algo, no, ¿cómo sabría su madre siempre todo?, ¿nunca nos vas a presentar a ese chico? tráele el domingo a comer.

Y sin decir nada para no dar más pistas se fue a sus cosas, le diría que viniera a comer el domingo, a ver qué pasaba al juntar a su padre y a él.

Y allí se presentaron Maribel y Joaquín el domingo a la hora de la comida, mi madre, mi padre, hola, una mano tendida, dos mudos unidos por una mujer, ya habían pactado su madre y ella no dejarles solos, no por miedo a fricciones, sino porque estarían todo el rato sin hablar, así que iban turnándose Maribel y su madre, mientras ellos, ajenos a la estrategia, miraban y sonreían, se miraban de soslayo y asentían a veces, a comer, y se sentaron a comer y a que las mujeres hablaran, intentando en vano incluirles en la conversación.

¿Quién juega hoy?, dijo en un momento el padre de Maribel, el Madrid y el Zaragoza dijo Joaquín, pues habrá que oírlo, pues sí, a ver si ganamos, no sé yo, y madre e hija se miraron, viva el fútbol, para sorpresa de Maribel su madre sacó una botella de coñac y dos copas y aquellos dos hombres, tras la primera copa, se enzarzaron en una larga conversación de dos aficionados al mismo equipo poniendo verdes a todos los integrantes del mismo; jamás se lo hubieran consentido a alguien de otro equipo, pero entre ellos se entendían y Maribel y su madre dieron por finiquitada la estrategia y se fueron a la cocina a fregar los platos, mientras ellos seguían hablando y bebiendo, qué cosas pensaba Maribel, su madre pensaba sólo en que su hija fuera feliz y este parecía un buen chico.

Terminaron de fregar, se hicieron otro café y aquellos dos mudos parecían periodistas deportivos, lo que sabían de fútbol y de árbitros y de jugadores y de entrenadores, así que de manera increíble, Maribel tuvo que meterse en la conversación, Joaquín que hemos quedado en ir a ver a tu madre, tenemos que irnos, me arreglo un poco y nos vamos, vale, pues al Español no le veo yo equipo como para ganar…

La madre de Joaquín les esperaba con la merienda, mucha comida para un solo día, demasiada para un régimen como el de Maribel consistente básicamente en no comer nada, unos refrescos, unas cervezas, hija come, que estás muy delgada, me llevo a Joaquín al pueblo, aunque Joaquín estaba ya lejos con la radio pegada a la oreja y atento únicamente al frenético ritmo del locutor, conectamos con la Romareda, Jacinto Sánchez, minuto y resultado, desde la Romareda, minuto 42 de la primera parte, Zaragoza 1, Real Madrid, 1, desde Barcelona, Manolo Oliveros, minuto y resultado. Mientras, Maribel oía a la madre de Joaquín que no tenían más remedio que ir al pueblo porque una de sus hermanas estaba muriéndose, tenía 8 hermanos, los dos mayores, chico y chica ya se fueron, y esta, pobrecita, está muy mal, no sé si llegaremos, lo mismo mejora, no, está de morir, no hay nada que hacer.


© 2009 jjb


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