miércoles, 8 de julio de 2009

Maribel /6

Los días se hacían largos, las semanas se hacían largas, carencia total de noticias, eso es bueno, si pasara algo mal seguro que lo sabíamos pronto, pero ni eso le confortaba en sus dudas, hacía de tripas corazón y buscaba una razón diariamente para levantarse de la cama y salir a la calle. No había lágrimas, sólo grandes ausencias y una tristeza que unida a la incertidumbre de no saber nada creaba una sensación de vacío que nunca antes había sentido.

Los fines de semana los pasaba en casa, hablando con su madre. Ya no se arreglaba, ni buscaba ropa que resaltara su figura, no se molestaba en mirar las revistas para saber qué estaba de moda, ni iba a la peluquería con la frecuencia de antes. Sus amigas le iban a buscar con constancia y ella con ropa de andar por casa les agradecía la visita, les hacía grandes silencios y declinaba su invitación a ir con ellas a la discoteca, no, de verdad que no, gracias, pero Maribel, no te vas a pasar la vida en casa, esperando, que no, que os lo agradezco, pero no.

Un domingo por la tarde fue a casa de él venciendo su miedo inicial, es usted la madre de Joaquín, yo soy Maribel, una amiga de su hijo, sí hija, sí, pasa, y allí estaban aquellas dos mujeres unidas por la ausencia y los quereres, en una pareja imposible entre el luto de una y la cara de circunstancias de la otra, qué disgusto hija cuando me dijo que se iba, con lo reciente que estaba lo de su padre, intentamos arreglarlo, pero no sé por qué no hubo manera y eso que muchos, si tienen que trabajar para alimentar a la familia no van al servicio, pero como mi marido era ferroviario, pues tengo pensión y no hubo forma. Estoy muy sola y no sé nada de él, dijo que llamaría a casa de la vecina, que tiene teléfono, pero como anda justo de dinero, pues ya sabes, me siento sola, esperemos que esté bien, me había hablado de ti, qué guapa eres hija, mi marido murió de los pulmones, si hija, por su trabajo, bueno y porque no paraba de fumar, pero era por su trabajo, los últimos años estaba muy malo, pero en fin, le enterramos va para tres años, ¿quieres comer algo?, estás muy delgadita, no, sólo quería saludarla, si no le importa vendré a menudo por si sabe algo, sí hija, ven, así nos haremos compañía, yo en cuanto sepa algo te lo diré, dame un beso hija.

Había abierto una puerta, y esperaba que Joaquín no se enfadara, porque nunca se sabía con los hombres como decía su madre, pero no, él le había hablado a su madre de ella y no habría problemas, poco o nada sabía, nada más de lo que sabía antes de ir a ver a la madre de Joaquín, pero no descartaba que algún día pudiera tener razón por esa vía, por lo menos hacía una buena labor dando compañía a aquella mujer oscurecida por la pena.

Y también tenía algo nuevo que contar a su madre, porque su conversación eterna iba de las revistas a las habladurías y se les acababan los temas. Aquel encuentro revivió fuentes y abrió nuevas vías de diálogo, pero Maribel seguía dándole vueltas a que algo tenía que hacer, algo que no le molestara, que no fuera incompatible con su estatus de novia no oficial, pero que al menos le permitiera matar el tiempo sin que las horas se le hicieran eternas. Nada de bailes, ni cines, ni alguna actividad relacionada con chicos, debía ser algo que no diera qué hablar, que le diera la posibilidad de entretenerse sin ser motivo de habladurías, y que ella no se sintiera mal por hacerlo. La música era muy poco tiempo y le dejaba mucho tiempo para pensar y siempre pensaba en lo mismo, las revistas que le daban a su madre las vecinas eran de hacía mil años, pero tampoco le daban mucho juego mas allá de las fotos de colorines y dos o tres temas de conversación, su padre era mudo y su madre, la mujer tenía cuatro o cinco temas y una sólida posición en todos, todo estaba mal menos ir a misa, trabajar mucho y comer lo más posible.

© 2009 jjb


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