lunes, 27 de julio de 2009

Maribel /19

El viaje de novios a Mallorca, la vida de casada le gustaba, vivir en una isla, pasear por la playa, beber cerveza en los chiringuitos, visitar a aquel familiar lejano que había emigrado allí, el hotel, todo hecho, era la versión viaje de novios de aquel “dolce far niente” que decían las películas de la época.

Había logrado convencer a Joaquín, aunque le había costado Dios y ayuda, poder seguir trabajando en la tienda de doña María, pero con la condición inexcusable de que en el momento que se quedara embarazada lo dejaría de inmediato.

Fue un gran triunfo, ningún marido sensato hubiera permitido que su mujer siguiera trabajando una vez casada, el argumento que le convenció es que a aquella tienda sólo iban mujeres, soslayando eso sin los viajantes y los comerciales, pero de eso optó por olvidarse Maribel al contárselo a Joaquín, por si acaso.

Acabado el viaje de novios comenzó su vida en casa, iban muy justitos de dinero, había que pagar la hipoteca y el sueldo de Maribel también fue una ayuda importante, Joaquín siguió haciendo horas extraordinarias y así, con apreturas los últimos días del mes, iban pasando los meses.

También se iban limando los detalles, que si una puerta que hacía ruido, que si una tubería que lloraba, las pequeñas cosas que iban surgiendo en aquella casa en la que no coincidían lo que se había hablado con lo que les habían entregado.

Los domingos visitaban las casas de sus padres, la tarde con el fútbol, las mujeres hablando de sus cosas y a media tarde de vuelta a casa para preparar todo para el día siguiente.

Joaquín comía en casa y Maribel diariamente le hacía la comida, los dos comían al mediodía juntos y algunos días, si las horas extras no acuciaban, hacían el amor en versión apresurada como sustitutivo del postre, se iban contentos al trabajo y la tarde se hacía más corta.

En las conversaciones de los domingos, su madre empezó a preguntarle sobre niños, que ya lleváis mucho tiempo, ¿tenéis pensado algo?, lo que venga vendrá, pero ¿tú no tomas nada?, no mamá, yo no tomo nada, cuando vengan vendrán.

Y su suegra lo mismo o parecido y así un día y otro y siempre lo mismo, lo cierto es que llevaban mucho tiempo y no pasaba nada y un día tras muchas precauciones, dudas y preparaciones, se atrevió a sacarle el tema a Joaquín.

Mira que llevamos mucho tiempo y que no me quedo, que podríamos ver qué hacemos, yo de médicos no soy, jamás he ido a uno y no quiero, no si no te digo eso, pero por ejemplo, dime, ¿tú quieres que tengamos un niño?, pues claro, cómo no voy a querer, sí, pues lo que podemos hacer, antes de ir a médicos ni a ningún sitio es intentarlo con más ganas, eso suena bien dijo Joaquín y se rió, no tonto, bueno sí y los dos rieron con ganas.

Pusieron en práctica aquel plan para andar por casa y se aumentaron las sesiones de después de comer, las noches e incluso algunas mañanas de los fines de semana, en aquella casa se cambiaban las sábanas con mayor periodicidad que nunca.

Pero no pasaba nada, Joaquín le preguntaba torpemente, ¿te ha venido?, sí, ayer, vaya, y así pasaban los meses sin más novedad que un refuerzo de la alimentación de Joaquín que decidió Maribel como complemento del plan previsto.

Daban paseos, largos paseos que habían casi olvidado desde su época de novios, algún sábado iban al cine, seguían con las comidas dominicales en casa de los padres, el fútbol y apenas tenía tiempo Maribel para leer a Corín Tellado.

Una tarde en la tienda doña María le dijo a Maribel, tú quieres dejarme y no puedes, pero yo te voy a ayudar aunque no quiera que te vayas, Jalea Real, cómprala y tómala, un poquito todos los días, no lo olvides, Jalea Real.

Le costó encontrarla, pero compró jalea real y diariamente, sin decir nada a nadie, con muy poca fe pero repitiendo diariamente, tomaba su dosis de esperanza mezclada con el café y las galletas, diariamente decía un padrenuestro mientras se la tomaba.

© 2009 jjb


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