viernes, 24 de julio de 2009

Maribel /18

Te lo dije Joaquín, no tenias que haber bebido, te lo dije, mira como estas ahora, y es nuestra noche de bodas, tengo sueño, menudo día has elegido para beber, y te lo había dicho, quita de en medio, y quitate la ropa, tengo sueño, y se quedo dormido con la ropa a medio quitar, y Maribel empezó un llanto profundo que ella pensaba de rabia pero que no lo era, era un llanto crónico que empezó aquel día de nervios, de saludos, de sonrisa permanente, de presentaciones y olvidos, de coger sobres y guardarlos, de alegrías, de decepción nocturna. De nada valían los mil duros que se había gastado en aquel camisón que enseñaba mas que tapaba, del que pensaba que era el metro de tela mas caro que nunca había visto, de nada habían valido los planes para aquella noche que también los había incluido en los planes generales de la boda, pero estaba claro que su recién marido no había contado entre sus planes con aquello, o se había desbordado con la alegría llevándola a un vaso y después a otro.

Roncaba como solo un animal salvaje puede roncar, eso pensaba Maribel sin saber si los animales salvajes roncan, pero roncaba con ganas, con potencia, con timbre, y ella estaba allí, mirando su casa y mirando que alguien había dejado allí una champanera y una tarjeta, miro la tarjeta y pudo leer, celebración de después, el champagne esta en la nevera, y junto a la champanera dos cigarrillos y un mechero, de perdidos al río, pensó ella, cogio los dos cigarros y el mechero y en la cocina, en su cocina, abrió la botella de champagne y a morro, empezó a dar cuenta de ella. El de la idea brillante se había lucido, pero el champagne estaba fresquito y bueno, se fumo el cigarro mientras sus lágrimas iban remitiendo. Y cuando ya apenas lloraba y estaba en un estado semi etílico de tontería graciosa, se fumo el otro y lamento no tener a mano algunos mas, aquello estaba buenísimo, a pesar de que no lo bebiera de la forma mas apropiada posible, acabo la botella, y ya estaba totalmente entregada en los brazos de Morfeo, llego como pudo a la habitación y aquellos inquietantes ronquidos seguían vigentes, y empezó a hablar sola en voz alta.

Pues si te crees que por que ronque me voy al salón a dormir en el sofá lo tienes claro, vamos ni de broma, pues si, y me voy a quedar frita en nada, no me vas a amargar tu mi noche de bodas, hasta ahí podíamos llegar, y todo esto acompañado de un persistente hipo minúsculo y violento, que le cortaba las palabras por la mitad.

Se acostó y de inmediato se quedo dormida como un bebé, disfrutando su noche de bodas después de beber el champagne y fumar un cigarrito, pero no después, sino en lugar de.

Se despertó Maribel con una gran reseca y con una tremenda confusión, Joaquín no estaba allí, su marido que abandono el mundo la noche anterior para roncar había desaparecido ahora, y ella estaba despertando por primera vez en su nueva casa y aun no se había acostumbrado a la novedad, esas luces que entran, esos ruidos que no son los cotidianos, las medidas, todo, la puerta de la habitación se abrió y apareció Joaquín con una bandeja, un café, churros, un zumo de naranja, una rosa en una copa de champagne de las que ella no había encontrado la noche anterior, y aquella petición de perdón fue mayor que las posibles mil palabras que jamás articularía, le gustaba aquel detalle, le gustaba sentirse querida, le gustaba sentirse esposa, y compartir aquella casa que era suya con el.

Olvido todas las cuitas, se entrego al café y a los churros, se bebió de un tirón el zumo, necesitaba liquido, y sin saber por que cuando acabo con aquel festín echo de menos un cigarrillo, aunque nunca había fumado de manera sistemática, pero antes de que pudiera llamarle, apareció Joaquín fumando, y Maribel le pidió un cigarro, pero si tu no fumas, pero un día es un día, y además en la cama, un capricho, y se fumo su cigarro allí, mientras el la observaba y reparaba en aquel camisón elegido con tanta intención.

Antes de que terminaran sus cigarros estaban haciendo lo que deberían haber hecho la noche anterior y que no hicieron por culpa del alcohol, pero no importaba, la pasión matutina nada tenía que envidiar a la nocturna, y se entregaron a aquel juego tan antiguo como agradable, tan necesario como atractivo.

© 2009 jjb

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1 comentario:

Julio dijo...

No está nada mal; yo diría que bastante bien. Mira que para la escritura soy algo exigente, pero tampoco demasiado. Ahora, no entiendo mucho, sólo satisfago mis gustos.

Un saludo!