miércoles, 29 de julio de 2009

Maribel / 21

Estaba a punto de estallar tanto física como anímicamente y de repente, sin llamar mucho la atención, rompió aguas en casa mientras estaba preparando la comida. Joaquín acababa de llegar y cuando vio a Maribel con cara de circunstancias no sabía si salir huyendo o esconderse, llama a mi madre, llama a mi madre, vámonos a la clínica, llama a mi madre, vámonos, de eso nada, me voy a duchar que hoy no me he duchado, pero cómo te vas a duchar, vámonos, no, avisa a mi madre.

Y se duchó, siguiendo aquella vieja máxima de las madres antiguas que aconsejaban a sus hijos que se lavaran y se cambiaran de ropa interior por si les pasaba algo y era evidente que a Maribel le estaba pasando algo. Se vistió lo más rápido que pudo y salieron disparados hacia la clínica.

Allí su médico le dijo que aunque había roto aguas aún le quedaba y que estuviera tranquila, pero que para mayor seguridad se quedaría allí, por si se presentaba el parto. Y ¿podemos comer doctor?, claro, bajar a la cafetería que la comida ya la han dado aquí.

Y comieron tan tranquilos mientras iban llegando las madres, espantadas de la total tranquilidad de los futuros padres, pero tenían hambre y el médico había dejado bien claro que la cosa iba para largo y Maribel no tenía el más mínimo síntoma de parto, sólo un hambre voraz que le hacía destrozar aquel pepito de ternera mientras pensaba en qué pediría de postre.

Pasaron la tarde en la habitación, entre visitas de familiares y amigos avisados vete a saber por quién, entre largas conversaciones a voces, en las que siempre alguien quería tener razón fuera el tema que fuera, los hombres fuera de la habitación, fumando en los pasillos.

Esa noche Joaquín se quedó con ella, se quería quedar su madre pero después decidieron que mejor Joaquín aquella noche y su madre una vez que hubiera nacido el niño. Se presentó en la habitación una mujer de cierta edad, corpulenta y con cara de pocos amigos, soy la comadrona, si se presenta el parto por la noche me buscan que andaré por la casa, pero como tengo mucho trabajo no me avisen si no es inminente, adiós buenas noches.

Qué sargento, sí, asusta un poco. A las tres de la mañana, Maribel le dijo a Joaquín que fuera a buscar a la comadrona, que tenía contracciones cada vez más frecuentes y aquel hombre salió como alma que lleva el diablo en busca de la comadrona por los pasillos de la clínica. La encontró en la cuarta planta y le dijo con la premura del momento que ya, que tenía muchas contracciones , pero ¿está seguro?, sí, es lo que ella me ha dicho, vamos allá.

© 2009 jjb

votar


Add to Technorati Favorites

No hay comentarios: