miércoles, 29 de abril de 2009

Camino

Camino bajó del autobús y espontáneamente dio dos palmas para citar a sus alumnos que bajaban detrás de ella, habían llegado a Córdoba hacía apenas unas horas y estaban siguiendo un guión pensado concienzudamente en el instituto para que aquel viaje de estudios pudiera ser medianamente productivo para sus alumnos. Lo cierto es que le fascinaba volver a Córdoba, recordar aquel viaje de juventud a aquella ciudad que primero seduce, después te envuelve y después te enamora, pero aquel era su trabajo, y debía explicarles a aquellos adolescentes que buscaban posiblemente otras cosas distintas a la cultura.

Les explicó que Córdoba era la tercera ciudad de Andalucía, tanto por tamaño como por población, su pasado árabe patente en todos y cada uno de sus rincones, su calidad de Patrimonio de la Humanidad, pero sobre todo, y a sabiendas que aquello no llegaría a todos, les pidió que se empaparan del aroma de la ciudad, que se convirtieran en parte de aquella ciudad tan bella, que te secuestra y te puede. Les habló de Séneca, de Maimonides, de Averroes, de la ciencia, de las letras y para que se despertaran, al hablarles de la flora, les citó las especies leñosas de limitada distribución tales como el enebro, el emborrachacabras, el sauzgatillo y el hediondo, que carecían de interés, pero que sirvieron para atraer la atención de su auditorio antes de decirles la visita que harían y las horas de vuelta. La wikipedia nuevamente le había ayudado en su trabajo y los jóvenes alumnos parecían felices jugando con aquellos nombres.

Liberada de su responsabilidad, Camino quería hacer lo que más le atraía de aquel viaje, poder andar por las calles de Córdoba, sentir la historia de aquellas calles testigo de tanta y tanta Historia y sobre todo, a pesar de todo, de tantas y tantas historias, cotidianas, fútiles, intranscendentes, que se le iban empapando a ella según se metía más y más dentro de ellas. Viajar es liberarse, salir de tu círculo inmediato y prescindir de tus ataduras, moverte en la libertad de lo ajeno, acercarte a gente diferente e igual, sentirse ajeno y parte de aquello. Alguien dijo que la intolerancia se curaba leyendo y los nacionalismos viajando. La vida es un tránsito y en ese tránsito máximo hay pequeños tránsitos de menor calibre, a Camino le gustaba viajar y Córdoba era un imán que le atraía más que cualquier otro lugar.

La calle de la Judería, Maimonides, Averroes, no sabia muy bien si aún eran más bellos los nombres que las calles, las tiendas, cada uno de los detalles que parecían haber sido puestos de tal manera que eran el escenario de una película, una película sencilla, intranscendente, en la que ella se movía disfrutando de su soledad y su matrimonio con aquella ciudad, una unión intermitente, pero siempre intensa, y en la que nunca renunciaba a tener sus momentos para poder hacer su recorrido por aquellas calles que ella imaginaba ocupadas por otros personajes de otras épocas, de otras costumbres.

Tenía que comprar algún regalo, siempre compraba algo más por excusa para entrar en aquellas tiendas de otra época en las que también se nota el peso de los siglos. Aquella vez iba con la idea de buscar unos abanicos pintados a mano, en su visita anterior los había visto de soslayo y por esas cosas que nunca sabemos por qué ocurren, se había quedado con la idea, y en aquella ocasión quería verlos con más detalle.

Entró en una tienda, le saludaron con musicalidad cordobesa y la recorrió buscando los abanicos, no era allí donde los había visto la vez anterior, pero era una tienda muy bonita también, con esos detalles que jamás se encuentran en los grandes almacenes, en su búsqueda llegó al final de la tienda sin encontrar lo que buscaba, y allí, en un rincón perdido al final de la tienda, inesperadamente, ve algo que le atrae poderosamente la atención, un montón de libros viejos, en aparente desorden, apilados en el suelo, de distintos tamaños, de distintos formatos, de distintos años.


© 2009 jjb

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es precioso el comienzo de tu nuevo cuento. Por un momento sentí que yo era Camino y que estaba en Córdoba recorriendo sus calles ......

Anónimo dijo...

Este nuevo cuento, tiene algo que gusta desde el principio, Cordoba misteriosa, y con tanta historia!!sin duda tu cuento sera precioso.
beso

Flordegato dijo...

Estoy segura que será un relato muy bonito porque Córdoba tiene algo especial que te fascina desde que
llegas.
Y que lindo el nombre de la protagonista...