viernes, 3 de abril de 2009

Nueremberg /15

Julia parecía más agradecida por que sus hijas hubieran podido hablar con jóvenes españoles, que por que ella misma lo hubiera hecho, años fuera de su país le habían hecho acercarse mucho más a España, a pesar de que en Alemania la vida le había tratado mejor, a pesar de que su marido era de otro país, a pesar de todos, añoraba su patria, añoraba una idea idealizada de su Madrid que nada tenía que ver con lo que ella recordaba, pero que tanto echaba de menos, y su única negación, era comprobar que a pesar de la transmisión de su idioma, de su cultura inmediata popular a través de las canciones y los cuentos, a pesar de todo, sus hijas eran cada vez más alemanas, y eso nunca lo había deseado, le hubiera gustado vivir en un limbo dentro de aquella sociedad mucho más rica que la española.


Volvía a besar a los españoles y estrechar la mano de los demás, todos le agradecían su trabajo, su amabilidad y su cariño, todos le hacían, con desigual suerte, bromas a las niñas, pero Ana comprobaba, con sorpresa, decepción y no sé por qué con orgullo, cómo él había robado la at
ención de las dos niñas, que sólo querían jugar con él, él, bajó a la altura de las dos pequeñas, y de cuclillas, hablándoles como a dos adultos, les dijo, el próximo barquito que hagamos, navegará por un río de las calles de Madrid, ensayar mucho porque tenemos que hacerlo muy bien la próxima vez, darme un beso, y las dos niñas le estamparon un beso enorme en las dos mejillas a aquel que les había contado la historia de aquel barquito de papel que se vio en medio de una gran tormenta, de aquel capitán valiente que sobrevivió a ella, y aquella cara de sorpresa cuando aquella historia española, diferente, única, les desveló lo poco que quedó de aquel barco que vencía las tempestades, y que volvió loca a las niñas, a la madre y a Ana, sorprendida por aquella habilidad que desconocía de él.


Había sido una tarde agradable, y ahora, de vuelta al hotel, otra vez volvía Ana a pensar a repetir aquella tormenta de sentimientos encontrados que se agolpaban en su cabeza, en aquella lucha de la que creía saber de antemano quien iba a ga
nar o perder, la constancia de que en aquel tumulto en el que se debatía la diferencia ahora no era como otras veces, en las que sabía que tenía mucho más que perder que ganar, ahora era consciente de que si se rendía al sentido común, estaría toda una vida arrepintiéndose por lo que pudo ser y no fue, por lo que sus manos, su piel, su instinto le pedían y lo que la razón le recordaba.


Había sido una niña modélica, una alumna ejemplar, una hija respetuosa, una novia formal, un ser humano cabal y sensato, y ya estaba un poco harta de todo ello, quería una locura, saltarse las normas una sola vez, tener al menos por un rato más ese sentimiento de culpabilidad que tanto le había gustado tras pasar los momentos iniciales de culpa, quería ser mala, aunque su concepto de maldad no fuera más allá de una pequeña infidelidad corporal anónima, o quizás fuera todo eso unido al miedo de que aquello se convirtiera en algo más que un deseo, que se volviera a convertir en una historia de renuncias y aburrimiento, de estrecheces e impotencias, de querer y no poder, de haber querido y tener que querer, pensaba tan deprisa que no se había parado a pensar que no era sólo ella, que aquel anónimo al que deseaba y que viajaba con ella en aquel microbús, también podía sufrir y padecer, daba la impresión de que era muy sensible y para él podría ser mucho más importante aquello que la aventura que ella imaginaba y de la que quería querer convencerse cuando realmente estaba totalmente convencida y sólo estaba construyendo justificaciones. Nada, y mucho menos a la edad que Ana tenía, puede vencer a la llamada de la naturaleza, a ese fuego interior que te hace saltar al abismo aunque sepas que la caída será dolorosa, que te empuja a desear al otro sin reparar en convencionalismos, ni moral, ni leyes, ni costumbres, ni posturas, es la ley del deseo y busca sólo una postura, la horizontal, pese a quien pese.











© 2009 jjb

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