miércoles, 22 de abril de 2009

Nueremberg /28

Las maletas de Ana ya estaban abajo, el taxi había llegado, se despidieron de la dueña del hotel y de los empleados que andaban por allí, el taxista tenía problemas para meter todo el equipaje en el maletero, pero finalmente lo solucionó y salieron camino del aeropuerto.

Los trámites, la liturgia de los aeropuertos, más relajada porque aún no debían pasar aduanas, el recuento de los marcos alemanes que les quedaban para hacer alguna compra a precio de oro en las tiendas que allí había. Y el avión, y el miedo a volar, que esta vez parecía menor porque estaba con ella al lado, y con el holandés de locuacidad constante, dirigida a Ana pero que no tenía más remedio que pasar por el filtro de él, por razones de comprensión.

En Frankfurt se despidieron del holandés, pasaron los controles de pasaporte, entraron en la zona de vuelos internacionales, sacaron sus tarjetas de embarque y les quedaba tiempo para poder estar sentados un rato y poder hablar. Se sentaron en una coqueta cafetería, Ana pido un capuccino y él pidió una botella de agua, esta vez sin gas. Por fin solos, rompió así el hielo él, si, se sonrieron, como cómplices, como amantes recientes que compartían el secreto del placer y que se habían unido hacía apenas unas horas. Se miraban y él le dijo, ayer estaba muy confuso, incluso hoy tengo una visión confusa de lo que pasó, discúlpame si dije o hice algo incorrecto Ana, mira, todo lo que hiciste mientras yo estuve fue muy correcto, y no dijiste ni una sola palabra, si lo has olvidado es problema tuyo, Ana no te enfades, había bebido, mucho, demasiado, no esperaba que tu vinieras, no sé, no hay problema, si tú has olvidado yo no, no, si yo me acuerdo, no con mucho detalle, pero sí me acuerdo, y claro que me gustó, mintió él, aún sigo un poco confuso, como si tuviera un sombrero de acero en la cabeza.

Pero dime Ana, ¿ahora qué?, ahora tú a Madrid y yo a Canarias, con lo que nos han dicho en este curso tenemos para meses de trabajo, nos haremos viejos sólo con lo que hemos hecho aquí. No, yo me refería a ti y a mí, ahora, tú sabes, ¿qué futuro tenemos? Sé realista, tú eres un hombre y yo una mujer, tú tienes tu vida hecha en un sitio y yo en otro, tú a saber los líos de faldas que tendrás y no me has querido contar y yo estoy saliendo de una relación sin salir del todo pero sin tenerla del todo, además estamos empezando en un trabajo que nos gusta, en un sector que nadie conoce, y en el que somos muy apreciados, ¿Cómo podemos hablar de nuestro futuro? nuestro presente nos desborda, ¿Qué quieres?, ¿Que nos prometamos amor eterno y pasemos meses sin vernos y reprochándonos lo poco que hablamos y lo poco que nos vemos? dejemos que las cosas sigan, yo ayer fui muy feliz contigo y creo que es más honrado para los dos dejar que las cosas sigan su propio curso, sin promesas, sin obligaciones, sin compromisos.

Pero yo Ana quiero más, necesito más, yo te quiero. Tú no me quieres, tu confundes el querer con la posesión, tú me quieres como puedes querer cualquier objeto que aprecies, me has tenido, hemos estado juntos, no quieras meterme en una jaula de oro para que todos me vean y te tengan envidia, no pretendas que para ser la madre de tus hijos renuncie ser una profesional en mi campo, una persona, poder trabajar en lo que me gusta y querer y ser querida, pero sin la obligación de tener en mí el honor de la casa, el cuidado de los niños y el reposo del guerrero, yo soy una guerrera.

Pero Ana, calla, no digas nada, porque yo sé que después te arrepentirás, calla y deja que esto sea una joyita que los dos guardaremos como un talismán y recordaremos como lo que ha sido, una bonita historia entre dos desconocidos que empezaban a vivir y el destino quiso que se reunieran en Nueremberg. Quién sabe, quizás algún día escribas tú esta historia y la verás de otra manera, con otros ojos, con otra perspectiva. Por favor no intentes forzar la realidad y disfrútala.

© 2009 jjb



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