lunes, 9 de marzo de 2009

Gracia /y 14

Y justo en el momento en que se sentaron el lunes delante del televisión padre e hija, sin saludarse como siempre, mientras el estaba ya apuntando con el mando hacia la caja aún sin imágenes, Gracia se levanto, se acerco a su padre, le dio un beso y mirándole a los ojos le dijo, papá, se que estas malito como yo, yo no te puedo cuidar, pero yo te voy a ayudar, vamos a la plaza.

Jamás se producen los milagros, jamás pasan cosas buenas que sepamos que realmente lo son hasta que han pasado algunos años, pero si lo que acabo de decir es mentira, allí ocurrió en aquel momento, Antonio no salía de su asombro, no dejaba de mirar a su niña, carita de guapa, que le había abierto de nuevo ese lugar donde los adultos han abandonado al niño que llevan siempre, le había dicho que el estaba también malito, y era mas consciente que su hija no sufría ninguna, por fin entendió tantas cosas que su ciega mente no había podido entender antes, pero daba igual, el lo que quería era seguir de la mano de su hija a donde ella quisiera llevarle, mama que nos vamos a la plaza.

Su madre, orgullosa de que su marido por fin había tenido las fuerzas suficientes para decírselo aunque no era fácil, feliz también de tener tiempo para hacer las cosas en casa sin tener dos ocupas dentro, cruzo con el una mirada de complicidad y les beso en la mejilla a los dos, ellos se fueron hacia la plaza que Gracia llamaba de las estatuas, apenas notaron el fresco de la mañana de primavera, ni los ruidos de los coches y acabaron en aquel banco de piedra, fría al principio, y acogedora después, y allí viendo el impresionante aspecto del palacio, se dijeron en silencio, sin articular la mas mínima palabra, tantas y tantas cosas que tenían pendientes desde hacia tanto tiempo, se miraban a los ojos y sonreían, como dos novios furtivos que se avergonzaban, como dos amigos que habían estado demasiado tiempo y debían ahora desandar el camino de la intimidad perdida, como dos que viven bajo el mismo techo y las circunstancias les han separado sin recordar por que pero ensanchando diariamente las distancias.

Las distancias eran muy cortas ahora, y la hija y el padre estaban felices de estar allí, sentados, abriendo un capitulo que ya no cerrarían nunca mas, teniendo en cuenta lo que nunca mas significa para uno y para otro. Gracia quería terminar pronto el intervalo de recuperación, y su padre no quería que aquel momento se acabara jamás en la vida, allí, con su niña felizmente recuperada, con la mirada limpia del que recupera al perdido, con las ganas de volver a tener el cómplice de fechorías menores, de sueños imposibles, de historias descabelladas. El estaba malito, ella le iba a ayudar, que gran verdad, ella le había dejado de aceptar durante mucho tiempo, durante demasiado tiempo, y seguía sin saber por que, pero le había dicho hoy que se había dado cuenta que estaba malito, y el seguía pensando que quizás que su hija tuviera una copia extra del cromosoma 21 le hiciera aceptar las cosas un poquito después de que algunos de los que no tienen esa copia extra lo aceptan, pero no importaba nada, porque muchos sin copias extras ni siquiera se molestaban en aceptar las cosas, siquiera en entenderlas, y nadie dijo que la vida era una carrera en la que gana el que primero llega a la muerte.

La velocidad., la estatura, el peso, no son más que referencias humanas, comparaciones que hacemos, y solo tienen el valor que tienen, comparar. Gracia, carita de guapa, cuanto mas le miraba mas quería a su hija que había sabido entender que su enfermedad no la decidió el, cierto es que le costo un poquito, cierto, pero logro entenderlo, carita de guapa, que vino a alegrar nuestra casa y a revolucionarla, pero que nos dio el bendito don de poder entender lo que antes no entendíamos,

Allí hija y padre, seguían mirándose y riendo, mirando como un jardinero regaba, unos policías vigilaban y unos chinos vigilaban a los policías que les vigilaban, mientras en casa, la madre de Gracia cada vez estaba mas orgullosa de su marido que había logrado convencer a Gracia que cambiara su actitud, y por fin se podía tomarse un café frente a la televisión, a la hora que antes jamás hubiera podido imaginar, los ríos, al fin, vuelven a su cauce.



© 2009 jjb


Este cuento esta dedicado a Gracia, a la de verdad, a la que no conozco personalmente pero de la que he robado el nombre para ponérselo a la protagonista, se que Gracia se parece solo un poco a la Gracia de la que yo hablo, porque Gracia quiere y es querida mucho mas que lo que lo hacen mis toscos personajes


1 comentario:

Anónimo dijo...

muchisimas gracias de parte de Gracia, por tu dedicatoria, a estas personitas, es tan facil quererlas, dan tanto si esperar nada a cambio, que ternerlas a tu lado es un regalo.
Tu cuento, me encanto, por que de algun modo, me hiciste pesar en toda una vida a lado de Gracia, muchos recuerdos, y todos me arrancaron una sonrisa.
Gracias amigo.
chus