lunes, 30 de marzo de 2009

Nueremberg /11

Y el taxi, que seguía volando por aquella autobahn sin ni un papel en los laterales, ni en la mediana, esa mediana de las carreteras que es testigo solo de tragedias, en aquel Mercedes en donde el conductor les miraba, como todos, posiblemente intentando saber un poco más de aquella pareja que estaban tan juntos que el aire no corría entre ellos, que le habían hablado en un inglés diferente al que le hablaban los americanos de las bases, que entre ellos no se había dicho una sola palabra y se miraban de vez en cuando, pero que parecían absolutamente felices, y se dirigían a un hotel que no era de estudiantes, pero mucho menos de ricos, y ellos, perdidos en aquella autopista, buscando saber qué decir y cómo hacer aquella noche aún más larga, la entrada en el hotel, las dos llaves con aquel llavero enorme, el ascensor, y el dedo de ella que le tapó la boca cuando él iba a decir algo que posiblemente rompería la magia, mientras su dedo le cerraba la boca, durante mucho tiempo, su cara se acercaba a él, y le besó de nuevo y de nuevo el volvió a sentir las señales eléctricas, las señales visuales, todas las señales, y cuando ella marco el tiempo de aquel beso, le dijo mientras volvía la cabeza y se encaminaba a su habitación, mañana hablamos, y su voz no dejaba dudas a que aquellas eran sus palabras definitivas por hoy, y allí empezó una larga noche para ellos, en las que las dudas y las emociones se amontonaban para salir a raudales, para buscar una solución o no, para que todo aquello tuviera una salida lógica, una adaptación razonable a la realidad, para intentar comprender lo que no tiene lógica, ni pies, ni cabeza, ni tiene por que tenerla, porque todos buscamos la locura para racionalizarla después y perderla, y después añorarla.

La horas pasaban en la noche de aquella habitación del hotel, viendo un programa absurdo de la RTL en la televisión que a esas horas, no ponía la carta de ajuste como en España, él estaba sorprendido consigo mismo porque no había querido forzar una situación de cama, no había disparado hasta el ultimo cartucho para acabar con ella en posición horizontal y no tenía ningún cargo de conciencia, ni pesar de machote desfigurado, porque quería que esta vez las cosas fueran de manera natural, sin forzar las situaciones para cerrar capítulo y reabrir otro, no, aquello le gustaba y le excitaba más que el instinto cazador, más que la búsqueda desesperada de la cantidad en vez de la calidad, y estaba feliz de por primera vez en mucho tiempo, haber tenido una tarde magnífica, especial, diferente, y no quería que la noche acabara.

Ana se había quitado la ropa, se había duchado con el agua muy caliente, y desnuda estaba tumbada en la cama arrepintiéndose de no haberse acostado con él, por no haber hecho lo que cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo, relajado y con los poros abiertos, le pedían, deseaba a aquel hombre, quería hacer el amor con él, y más que eso, empezaba a pasar por su mente la terminología que sus amigas rebeldes del colegio y ella utilizaban, lo que realmente quería era follar con él, algo un poco más allá del amor, un placer sexual desmedido, una locura que tenía mucho que ver con su imaginación, pero también con transpiración y desasosiego. ¿Por qué le venia tanto la palabra follar a la cabeza?, ¿por qué había impedido incluso la posibilidad de que él lo intentará?, ¿por qué sentía tanto deseo?, y sobre todo, ¿Por qué seguía sintiendo en su boca sus besos y la dulzura de aquel postre húngaro que había tomado en el restaurante?, no podía, no, no, no, no debía, no, dios mío, no merezco esto, no puedo, este curso es mi oportunidad de mejorar en mi trabajo, de ganar algo más, de ganar tiempo por dinero, esto no debería haber ocurrido, no. ¿Qué debo hacer?, y está ahí, justo al lado.



© 2009 jjb

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