martes, 3 de marzo de 2009

Gracia /10

Pero su padre seguía igual, totalmente entregado a aquel juego pasivo en el que los demás hablaban y tu permanecías mudo, en el que te contaban cosas que realmente no le interesaban a nadie, en el que además los que antes apenas podían decir unas cuantas palabras correctamente, seguían sin poder decir muchas mas, pero habían aprendido palabras nuevas que solo entendían ellos, y justo en ese momento en el que Gracia fue consciente del tiempo perdido, de lo tremendamente injusto que había sido no aceptar que su padre dejara de jugar con ella, ahora sabia que su padre estaba incubando aquella enfermedad que tanta gente tenia, ella misma había estado totalmente inmersa en aquello, y su padre seguía, no había sabido o no había podido liberarse por si mismo, posiblemente le faltaba fuerza de voluntad, quizás no era consciente del inmenso mal que suponía pasar horas y horas expuesto a tantísima basura, no sabia muy bien por que, pero iba entendiendo cosas que antes nunca hubiera podido entender.

El asunto era ahora saber como poder ayudarle, ella se había dado cuenta que forzar las cosas no solucionaba nada, a ella le había pasado, tendría que ir poco a poco, sin que se diera cuenta de sus intenciones, y eso, nunca lo había hecho, siempre le descubrían cuando intentaba disimular, y nunca había sabido por que. además, ella no podía cuidar de papá, mas bien ella necesitaba que le cuidaran, mamá lo hacia muy bien, aunque a veces le regañara y algunas otras se pusiera muy cabezona y no le dejara hacer algunas cosas, pero definitivamente ella no quería, ni podía, cuidar a papá, y le gustaba mas pensar que no podía, porque así no se sentía culpable., por otro lado, desde que estuvo en el hospital, nunca se había acercado a el, ni siquiera le daba ni se dejaba dar aquellos besos tan sonoros que les hacían reír, pero que era su forma de medir el cariño, no había tenido contacto, vivían de forma paralela sentados en el mismo sofá, mirando la misma televisión y no diciéndose ni una sola palabra durantes, días, meses y años.

Algo debía hacer con aquello, pero seguía dándole vueltas y vueltas, realmente ya tenia muy claro que haría, pero le gustaba tanto hacer planes, darle vueltas a las cosas, imaginarse alternativas, ver posibilidades, que prefería no tomar decisiones, entre otras cosas porque nadie esperaba de ella que tomara ninguna, y ella seguía enfrente de la televisión, sin verla ni oírla, ajena a todo lo que por allí sucedía, ensimismada en sus cosas que se iban alargando, estirando y doblando según el día.


Tenemos que hablar, le dijo la madre de Gracia a su marido, después de tantos días, se atrevió a decírselo, su gesto anunciaba una conversación no demasiado amable, ni el procedimiento auguraba cuestiones de tramite, el “tenemos que hablar” era la formula pomposa que aquel matrimonio en contadas ocasiones para hablar de algo en lo que no solían estar de acuerdo.

El ya no era polémico, ni buscaba confrontaciones como antes, había metabolizado su dependencia y había atemperado su mal carácter congénito para evitar posibles situaciones de difícil manejo. Pero también era su formula de agradecimiento a la mujer con la que había compartido su vida, porque a pesar de suponer que era una muy buena gente, la enfermedad le había permitido comprobar que la vida de ella estaba a su servicio, que nadie podía entregarse de manera tan abnegada, de forma tan solidaria, sin hacer ruidos, despacito, con una sonrisa, despreciando el mundo y entregándose a el de la forma mas desprendida, mas sincera y sin pasar la factura del reproche, de las malas miradas, del cansancio, del hastío. Siempre le había querido, pero ahora sabia que ella era mejor que el y hacia por el cosas que probablemente el jamás haría por ella amparado en mil razones, algunas de ellas coherentes. Lo sabía y sabía que la forma de agradecérselo solo un poquito, una milésima parte de lo devengado, era hacerle la vida un poco más sencilla.


Ese “tenemos que hablar” no le hacia mucha gracia, pero como tenia por costumbre en los últimos tiempos, le había dicho que si, que ahora no podía, pero que luego hablarían, era su estrategia de andar por casa para adelantarse a lo que ella podría decirle y estar preparado para tener las palabras adecuadas que no abrieran trincheras, ni restañaran heridas, ni fueran malinterpretadas, pero lo cierto es que esta vez no tenia ni la mas remota idea de que asunto podría ser.


© 2009 jjb

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