viernes, 13 de febrero de 2009

Los renglones torcidos / y 9

Pero mientras llegue ese día te ruego encarecidamente que sigas siendo lo que eres, un huésped en mi casa, no es necesario que recuerdes las fechas de los cumpleaños, hace tiempo que di ese tema por perdido; no es necesario que sepas los nombres de la gente de mi familia, ni siquiera que recuerdes en qué curso están los niños, ni es necesario que te des cuenta que lo que hay alrededor de ti son seres humanos, que sienten y padecen y no son meros comparsas puestos ahí para decorar tu vida, por eso, y por la poca dignidad que te debe quedar te ruego que te dediques a tus asuntos y cumplas las normas de esta pensión sin más requisito que hablar lo menos posible, así se hará mas breve el camino hasta que dejes de vivir en esta pensión.

Sé que soy demasiado blanda porque tú eres el culpable de que haya perdido la ilusión, y posiblemente debería haber sido mucho más intolerante con tu actitud, pero las excusas se fueron sucediendo hasta darme cuenta que este camino no tenia billete de vuelta, que ya no me queda tiempo, ni ganas, para volver a empezar, que mis prejuicios son mayores que mis miedos, y mis miedos son fundamentalmente y sólo, hacer daño a mis hijos. Soy consciente de ello, tanto como que jamás cruzaré una palabra contigo en un tono y una actitud razonable, tanto como que aceptaré de buen grado si un día te vas de aquí y te comportas con dignidad una vez en tu vida, y si antes de comportarte con dignidad dejas aquí todo lo que hemos ganado con esfuerzo y sudor, yo más que tú. Pero dudo mucho que sepas el significado de esa palabra que jamás has puesto en práctica.

Por eso, y por muchas otras razones, no te molestes en dejar cartas, ni en lanzar hilos, ni en intentar la reconciliación geriátrica, porque nada queda donde mucho hubo y no te mereces ni el perdón ni el olvido, solo mi desprecio y mi indeferencia.

Verónica seguía con el mismo llanto que había comenzado en el segundo folio, y que había ido incrementando según se sucedían. Cogió el teléfono y llamó a Lupe: Gracias, ni yo misma lo hubiera relatado mejor, Verónica nos conocemos, sabes que yo también tengo problemas en mi matrimonio, son sólo palabras unidas que tú me has dicho, Lupe gracias, si hay alguna novedad ya te diré algo, un beso muy fuerte, adiós.

Nada pasó en los siguientes meses, ni en los siguientes años, en las inspecciones periódicas allí seguía el sobre aparentemente intacto, por alguna razón, posiblemente porque le pidió un favor excesivo, Lupe no le llamaba con la misma frecuencia que antes, pero no le quiso dar más importancia. Su marido llegaba antes a casa, y le descubrió más de una vez mirándole fijamente, pero en cuanto ella le miraba, él apartaba la vista de inmediato, no entendía muy bien las razones.

Al día siguiente de que Verónica dejara aquel sobre el sitio secreto donde esa pareja guardaba las cartas que nadie debía leer, su marido la encontró, abrió el sobre, y se quedó petrificado, no sabía que hacer, se llevó la carta a la oficina, y allí, con ganas y con necesidad de cariño, llamó por teléfono a la mujer con la que compartía desde hacia meses cama clandestina y cariños robados entre horas, marcó su numero y dijo, Hola Lupe

© 2009 jjb

4 comentarios:

Anónimo dijo...

JODER!!!!!!!!!!!!!!!!!me da miedo pensar lo ruines que podemos llegar a ser....

Anónimo dijo...

tengo que felicitarte, por Los renglones tocidos, estos dias me hacia pensar tu cuento, me tenia con la intriga de, y que pasara mañana?...el final no me lo esperaba, no podia imaginarme, que pueda existir tanto engaño...pobre Veronica.
me gusta leerte, eres un hombre con alma de mujer, nadie que no sea sensible puede escribir tan bien, los sentimientos de una mujer engañada.
Cada dia me gusta mas lo que escribes, espero que la proxima, me vuelvas a sorprender.

Anónimo dijo...

A veces las amigas nos piden
favores difíciles de cumplir.
Pero se agarran a años de amis-
tad, de cariño y nos convencen.
Un relato duro, emocionante e
intenso.

San Diego dijo...

Un relato lleno de engaños. Un hombre que no puede querer porque nunca sabrá querer. Una esposa que se ha convertido en aprendiz de detective y cuya vida transcurrirá en procurar encontrar una cosita más con la que odiar a su marido porque es lo único que la mantiene unida a él. Una amante, Lupe, intentando comprender por qué tiene un marido que no la escucha y un amante que la escucha menos aún.
No es una historia de buenos y malos, creo que es un relato de desesperación, frustraciones y deseos que nunca se cumplirán.
Muy bien escrito, felicidades.