miércoles, 25 de febrero de 2009

Gracia /6

Gracia, cariño, mira, esta aquí papa, y Gracia seguía allí, con sus brazos exageradamente cruzados y haciendo que no miraba a ningún sitio aunque con el rabillo del ojo observaba a su padre de una forma tan descarada que aún le daba más dramatismo cómico a la escena. Su padre le miraba con su media sonrisa, y no quería venirse abajo, pero estaba a punto de hacerlo, ¿qué le pasaría a la niña?, ¿por qué ese comportamiento tan raro?, su mujer optó por la medida que siempre aplicaba en aquellos casos, acudir a la rutina doméstica, que si bien no solucionaba absolutamente nada, al menos dilataba los problemas, dando una oportunidad al tiempo para que se solucionaran, o que la mayoría de las veces se solucionaran, bueno vamos a la habitación, que tenemos que arreglar tu ropa, tú Gracia, ponte algo encima que cogerás frío, vamos para allá, y así moviendo los peones por la casa, cambiando el aire de las habitaciones, buscando ocupaciones innecesarias, se solventaba el frío inicial, la gélida sensación de que nada era igual. Gracia era ajena a todo aquello y seguía sentada en posición de enfado, aunque esperaba con muchas ganas a que su padre se tirara en el suelo y empezara a hacer todas aquellas cosas que tanto echaba de menos, pero su padre no quería jugar con ella, quizás se había ido de casa porque ya no le quería, porque habría encontrado otra hija, que ella no conocía, con la que jugaba mejor, quizás en su larga ausencia se había aburrido de ella y ya no quería jugar con ella, el caso es que papá estaba raro, algo tenia, distinto, pero lo importante es que no quería jugar, y eso lo notaba Gracia claramente, ni siquiera le había apretado fuerte y le había dado los dos besos, muy sonoros, como a ella le gustaba, que siempre le daba cuando llegaba a casa, papa estaba rarísimo y no quería nada con ella.

Los días siguiente Gracia seguía adoptando esa rara actitud del primer día, eso desesperaba a su madre, abatía a su padre, les tenia perdidos en un mar de explicaciones que le daban a Gracia que parecía no oírles, que no quería oírles, Gracia mi vida, qué te pasa, Gracia ven a comer, ¿qué quieres mi niña?. Gracia, cariño, ¿jugamos con el puzzle?, y Gracia se había refugiado aún más en su silencio, se había escondido en su concha, sin que ninguno de los trucos que su madre había utilizado antes y que tanto éxito tuvieron, lo tuvieran ahora, le decía que iba a hacer un pudín, pero que casi no, le decía que había comprado algo especial, le decía que había encontrado una muñeca de sus hermanas cuando eran pequeñas, pero la curiosidad de Gracia, extrema antes, ahora era nula, nada le interesaba, excepto, qué sé yo, alguna vez su madre le pareció ver, intuir, que miraba a su padre disimuladamente, a hurtadillas, pero sólo podían ser suposiciones porque Gracia jamás había hecho nada disimuladamente, y si alguna vez lo intentó, eran tan evidentes sus intenciones que el disimulo se quedaba en ciernes, solo podía ser fruto de las ganas de su madre de normalizar una situación. Gracias a Dios su marido seguía estable, le habían dado la invalidez permanente, la paga que le había quedado era la misma que la que tenía trabajando y todo parecía ir bien, menos lo mas importante.

Gracia seguía sin comer, y eso agravaba más la situación, porque en un momento determinado podría afectarle seriamente a la salud. Eso unido a su comportamiento les llevó al médico, que les mandó directamente al psicólogo, que entendió que aquello era una situación reactiva a una situación no prevista y una asimilación disfuncional con posibles iteraciones sico somáticas, la madre de Gracia, con su profundo sentido común, tradujo toda aquella verborrea en que aquella señora no tenia ni la más remota idea de lo que le pasaba a la niña, tenia que seguir una terapia que consistía básicamente en ir una vez por semana a ver a la psicóloga y hablar, como ella desconocía el mundo de los psicólogos le pregunto a Lali, su vecina, que entendía de estos temas porque siempre estaba enferma, y su duda más profunda era saber la diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra, y Lali se lo dejó claro, los psicólogos no arreglan nada hablando, y los psiquiatras no arreglan nada a base de pastillas, pero en cualquier caso decidió seguir con la psicóloga porque no tenia alternativas, y quería que Gracia comiera.

Mientras, Gracia había intentado por todos los medios comprender las razones por las cuales su padre no quería jugar con ella, se lo había pedido varias veces, y el decía que no podía, que estaba malito, pero no estaba malito, ni tosía, ni estornudaba, ni le ponían el termómetro, estaba raro, pero no malo, y no quería jugar con ella, y ella no podía entenderlo, pero sobre todo no podía aceptarlo, y fundamentalmente no podía soportarlo. Todos sus intentos eran en vano, su madre le decía que papa tenia que descansar y no podía hacer esfuerzos, su padre le decía que no podía, pero si podía leer el periódico y ver la televisión, no podía entenderlo, y se negaba a participar en todo aquello que antes participaba.



© 2009 jjb

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