jueves, 15 de octubre de 2009

Verónica /16

Y el pecado musical duró mas de tres cuartos de hora en los cuales dejaron de pensar en cualquier cosa, incluso en ellos mismos, era como un alucinógeno ingerido vía auditiva, como una inmensa orgia, un bacanal en el que estaban perdidos y cuyo único miedo era el pensar un segundo que aquello iba a acabar, duró un fragmento de gloria, al final aquellos músicos se despidieron en un español imposible, aquella pareja improbable se miró y volvieron a retomar el beso en donde lo habían dejado mil sensaciones antes, el hizo algún conato de decir algo pero ella le acallaba con la pacifica violencia de su lengua, de sus brazos que le rodeaban y su cuerpo que se fundía con el de el.

Las luces se encendieron y entonces se dieron cuenta de la poca iluminación que había habido hasta entonces y del daño que puede hacer a los sueños que la cruda realidad llegue de manera tan luminosa, así que frotándose y arrugando los ojos, se encaminaron a la escalera y subieron a la calle por aquella escalera de acceso al paraíso o al infierno.

Y la calle les devolvió a la realidad de una ciudad en la que había anochecido, no sabían que hora era y tampoco les importaba demasiado, tengo que irme, mañana madrugo muchísimo y tengo una visita con mi jefe, voy a coger un taxi, ¿te acerco a algún sitio?, no vete tú, le acerco, le dio un beso que al lado de los previos se quedo en un mero ejemplo de lo que podía ser y con la misma voz que ponía siempre para hacer las promesas le dijo que le llamaría, le dedico una sonrisa y al entrar en el taxi marco un beso en sus dedos que le dedico a él con una sonrisa que le suplió no ver su bailecito de caderas.

Estupor, esa era la palabra que encontraba al buscar una que pudiera definir aquella tarde, no era la más definitoria, ni la más acertada pero le venía a la mente esa palabra, podía haber encontrado otros adjetivos quizás más concretos como espeluznante, fantástico, explosivo, efervescente, pero no, le venía una y otra vez estupor.

Tanta secreción de adrenalina le había llevado a un estado de nervios que le aconsejo pasear un poco para calmarse, y andando recorrió la ciudad hasta llegar a su casa, lejana de aquel garito.

Mientras iba caminando iba repitiendo la secuencia de hechos que le habían ocurrido, intentaba visualizar cada uno de los segundos que habían transcurrido, buscaba alguna conclusión y no la podía encontrar porque no concluye ni lo que no existe ni lo que no empieza, pero a pesar de no sacar conclusiones le gustaba repetir una y otra vez aquel capitulo que seguramente repetiría en voz baja o en la intimidad de las confesiones más de una vez, que ya se había convertido en recuerdo imborrable apenas transcurridos unos minutos.

Todo el antídoto que había acumulado durante meses contra la influencia negativa de Verónica se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos, en un abrir y cerrar de bocas, todo aquel despliegue de racionalidad y sentido común que había logrado recuperar del caos y la tragedia se habían hecho trizas cuando ella había querido, todo el capital de sentimiento y afecto que le había proporcionado Lola en aquellos meses de nada habían servido, ni siquiera como un mínimo contrapeso para pensarse dos veces las cosas, para frenar un poco el tiempo y plantearse qué era lo mejor, lo oportuno, lo correcto.

Como un alma en pena siguió su camino por la noche, volviendo y revolviendo en lo mismo, pensando en mañana cuando sabia que pensar en mañana era absurdo con aquella mujer carente de lógica, o con una lógica que él no lograba entender o carecía de datos para entender.

© 2009 jjb

votar

Add to Technorati Favorites

No hay comentarios: