viernes, 9 de octubre de 2009

Verónica /13

La vio entrar en su oficina desde la esquina en donde estaba la maquina de café y la de agua, iba mas elegante que nunca y llevaba un maletín Samsonite de los que no son baratos, una falda beige, una camisa de organza de topos ligeramente marrones, una chaqueta a juego con la falda, muy entallada en la cintura, su pelo rebelde esta sujeto milagrosamente en un moño que hacia que sus tirabuzones parecieran aun mas rebeldes y prendida de su boca su sonrisa, esa que ella sabia que arrastraba pasiones y desataba emociones.

Ella no reparo en el, y con voz firme le dijo a la recepcionista que tenia una cita con el señor Aguado, su jefe, escondido tras de su café, sorprendido del destino, de su destino, aun no lograba salir de su estupor, pero seguía parapetado en aquel rincón, semioculto por la pared, mirando al amparo de su situación de emboscado.

Su jefe salio a buscarla, se dieron la mano y se dirigieron a su despacho, el se acerco a la recepcionista con la que solía compartir bromas y chistes subidos de tono que eran los que mas le gustaban a ella, y le pregunto quien era, ¿te gusta eh?, una auditora, viene a hacer la auditoria, es una artura.

¿Una artura?, sabia que había que hacer la auditoria, desde hacia años según le habían dicho lo hacia Arthur Andersen de ahí vendría lo de artura, pero pensaba que vendría un tipo gris y mas bien viejo, pero como se iba a imaginar que apareciera ella por aquella puerta, pero lo peor del caso es que tarde o temprano tendría que hablar con ella porque su jefe le había asignado ese cometido, era el ultimo mono del departamento de administración y tendría que ser el esclavo de los auditores en las tareas menores, cuando empezaran los problemas su jefe y los jefes de su jefe ya se encargarían del asunto.

Estaba allí sentado en su sitio intentando adivinar como iba a ser la presentación, si debía dar a entender que no la conocía, o si la tenia que dar dos besos, o que se yo, y después cuando le llevara al sitio que habían decidido que ocupara mientras hiciera el trabajo de campo, una pequeña sala de reuniones cercana a administración, le daba vueltas a de que podrían hablar y se preguntaba que le iba a contar.

Le llamo su jefe por la línea interior, se dirigió a su despacho, y allí estaba ella que no mostró ni el mas ligero gesto de sorpresa al verle, el jefe les presento, se dieron la mano, el dijo que mucho gusto, ella que encantada, y el jefe sin decirle que se sentara le dijo que le facilitara a aquella señorita todo lo que necesitara para realizar su trabajo y que le sirviera de enlace con las personas con las que debería hablar, dicho lo cual le hizo un claro ademán para que se la llevara, salieron de allí y se fueron camino de la sala de reuniones.

allí el le dijo que se sentara, y ella después de hacerlo dijo hola, un hola que asumía todo y no decía nada, un hola que rápidamente el entendió como nada ha pasado, pelillos a la mar, empecemos de nuevo, y no, no quería eso, se puso serio, le dijo en un tono absolutamente anodino y aséptico pideme lo que necesites, pregúntame lo que quieras y por favor me gustaría que estuvieras lo mas cómoda posible haciendo tu trabajo, que serio te pones dijo ella, soy muy serio y trabajando mas, te enseñare la oficina.

Y fueron viendo todos los departamentos de aquella enorme planta pasando de soslayo por la dirección y quedándose mas tiempo en los departamentos artísticos donde su presencia era menos molesta, el le iba explicando lo que se hacia en cada dependencia y ella escuchaba atenta y se recreaba en las miradas que la representación masculina de aquella empresa le dedicaba, estaba acostumbrada a ello, pero le gustaba observarlo.

Acabaron de nuevo en la pequeña sala con una mesa de tablero de cristal y cuatro sillas, unos armarios con folletos publicitarios y un gran cartel de estadísticas ininteligibles.

Sentados frente a frente ella le dijo, necesito un paquete de folios, cinco bolígrafos azules o negros y cinco rojos, una caja de clips, dos paquetes de post it, cincuenta carpetas y cincuenta subcarpetas, cinco lápices y dos gomas. ¿tenéis problemas de dinero en Arthur Andersen?, es una vieja norma de la auditoria, siempre se utiliza material del auditado, veo que es tu primera vez, me agrada que sea conmigo.

Y le entraron ganas de morirse, de que el mundo se parara un rato para poder bajarse, no sabia que decir, donde mirar ni donde poner las manos, y su cara era la prueba evidente de aquella embarazosa situación, lo tendrás todo lo antes posible, ¿Cuándo empiezas a trabajar?, mañana a las nueve de la mañana, a esa hora tendrás todo aquí, vendré a esa hora para decirte donde esta la maquina de café, muy bien, me voy entonces, me agrada mucho que seas tu quien este aquí, mucho mas de lo que piensas, hasta mañana.




© 2009 jjb

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