jueves, 11 de diciembre de 2008

Para María /4

De su vida anterior sólo quedó esa profunda alegría de haber vuelto a nacer, su viejo amor por la literatura en general y la poesía en particular, y unas tremendas ganas de vivir cada momento como si fuera el último y alejarse de todo aquello que le pudiera suponer tristeza, dolor o simplemente vértigo. Se acostaba sin tapujos y sin reservas, con quien quería y cuando quería, solo le ponía una condición no dicha, que solo se metiera en su cama y no en su vida, y la vida era para ella razonablemente llevadera aunque de vez en cuando la sombra del canalla aparecía entre brumas y le devolvía a un pasado ya superado, pero nunca olvidado.
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María veía a aquel joven gris de la mesa catorce todas las tardes, y lo único que sabia de él era que tenia un ejemplar muy gastado del mas famoso libro de Charles Baudelaire, que aparentemente su vestuario era poco variado, que espiaba a los clientes tras el parapeto de su libro, y que miraba movimientos de gente en general, pero no el culo de las chicas, ni las piernas, ni las camisas ajustadas como hacían algunos obsesos clientes del café. No hablaba mucho, ni poco, porque no hablaba nada, y no daba problemas de ningún tipo salvo estar tres horas ocupando una mesa con un solo café, pero las horas en las que estaba no eran las de mayor afluencia de gente, y la molestia esta relativizada por la carencia de necesidad de la mesa. Tenía una mirada lejana y furtiva, que parecía, a veces, mostrar una activa vida interior que hasta el momento nunca había salido, pero el resumen general de aquel hombre para María era individuo inclasificable carente de interés.
© 2008 jjb

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