miércoles, 10 de diciembre de 2008

Para María /3

Siempre había deseado ser una de esas personas que tiene la respuesta brillante en el momento adecuado, esos que responden de manera aparentemente automática a las mas complicadas cuestiones, pero no lo era, y jamás se arrepintió tanto de aquel no sé que a duras penas salió de su boca para estrellarse en el vacío, aún más evidente cuando ella se dio la vuelta y se fue nada mas escucharlo. Y ahí empezó su tormento, ahí empezaron a plantearse las preguntas que, como siempre, eran muchísimo mas numerosas que las respuestas. Ahí empezó ese gran suplicio que es el interés por algo desconocido, tratado con las limitaciones de un alma débil y un cuerpo alimentado por la duda y la inconcreción. ¿por qué lo habría dicho?, ¿Cómo es posible que hubiera otra persona que conociera de la carencia afectiva de Charles?, ¿habría leído ella algunas páginas mas además de la 74?, ¿por qué estaba anticuado?, ¿qué edad tendría?, ¿por qué sonreía siempre?, y así, buscando teorías posibles basadas en hechos desconocidos, intentando buscar más respuestas a las cada vez más numerosas preguntas pasaba las tardes en aquel café que a partir de aquel día, era testigo de todas sus tardes, menos las de los miércoles en los que el café cerraba.

El tiempo no era referencia en su vida, y así pasaban las semanas y los meses, siempre con el mismo libro, siempre en la misma mesa, y, desgraciadamente, siempre con el mismo dialogo: "lo de siempre", "si", "ahí te dejo el dinero, hasta mañana", "adiós". Solo con la ínfima excepción de los martes que ponían una licencia mínimamente personal al dialogo introduciendo un "hasta mañana no, hasta pasado", la escena se repetía tarde a tarde, pero él tenía oídos, y la gente hablaba, y el tiempo le daba la oportunidad de construir la vida de aquella que había resistido ser su amor en silencio durante más de los veinte segundos de amor que hasta entonces solía dedicar.

Se llamaba María, había llegado a la ciudad desde su pueblo natal para estudiar en la Universidad, y así seguía a los ojos de sus padres, pero la ciudad le había atraído por otros caminos menos académicos y mas lúdicos. Fue reina de la noche, unas cuantas noches y esclava de los días durante muchos días. Se enamoró de un canalla y se casó con la droga, y aquel juguete roto que llegó a la ciudad y cogió lo peor que la ciudad le ofreció, pudo divorciarse de la droga y, con más dificultad, olvidar a aquel canalla. No fue fácil, y ella sabia que no era fácil dar marcha atrás en esa situación, pero lo consiguió, y desde ese momento se sintió una privilegiada a quien la naturaleza le había dado una segunda oportunidad que normalmente siempre niega.
© 2008 jjb

2 comentarios:

Anónimo dijo...

desde que he descubierto tu blog, más naufragando que navegando por internet, no he podido dejar de leerlo del tirón desde el primer relato hasta el último. me está esperando la cocina para ponerme con la cena, pero hoy me parece que mi gente se va a esperar un ratito más, porque he disfrutado verdaderamente con estas historias tan cercanas. espero seguir leyéndote y que nos sigas deleitando con tus historias

Flordegato dijo...

Que historia tan triste y a la vez tan bonita. Cuanto amor guardado, cuantos sueños sabiendo que nunca llegaran a cumplirse, cuanta valentía en alguién que se creía cobarde...Pero al final, le dió algo
que nunca nadie le había dado: Ese lugar donde duermen los sueños de un loco.....
Felicidades por todos tus relatos.