viernes, 19 de junio de 2009

Camino /y 30

Jiménez, en su bendita paciencia, sin entender por qué estaba así, pero queriendo que no lo estuviera, llevó a Camino de vuelta a la normalidad y el aburrimiento, al paraíso según la versión de Jiménez. Hablaba con ella, le decía que era demasiado trascendente, que la vida es más sencilla si no nos preocupamos tanto de lo que creemos que es importante, que lo importante es el cariño, las personas, los amigos, le decía todas esas cosas que dicen las personas nobles de corazón y ligeras de inquietudes, posiblemente con razón, pero a las que Camino apenas hacía caso, la sonreía, porque sabia que Jiménez la quería con el único amor abnegado y carente de contraprestaciones que sólo dan las madres y las personas extraordinarias como Jiménez.

Y fue haciendo un hueco a la rutina y volvió a planear viajes a Córdoba, a Granada, a tantos sitios que le harían encontrarse dentro de ese viaje interior, eludiendo nuevas búsquedas y pesquisas que sólo le traían conflictos interiores. Empezó a participar en las tareas del colegio, retomó con fuerza su contacto con las madres y los hijos, a los padres lo cierto es que salvo honrosas excepciones se les veía poco y empezó a hacer las cosas que todo el mundo entiende como normales.

Pasó la prueba del fuego en su primer viaje fuera, se desplazaron a Cáceres, y en aquella ciudad desconocida encontraron Jiménez y ella ocasión para hacer lo que antes tanto les gustaba, gamberrear le llamaban y consistía básicamente en volver a la adolescencia, reírse de todo, hacer chistes intranscendentes, de los que sólo ellas conocían las claves y estar horas y horas riéndose sin tener sentido del tiempo. En los ratos libres patearse juntas la ciudad, la Plaza Mayor, el barrio antiguo, la Madrila, ver aquella maravilla y evitar los pequeños negocios, las librerías de viejo y cualquiera establecimiento que pudiera tener tesoros ocultos.

Aquella buena experiencia allanó el paso a otras experiencias similares, alivió a Camino del peso del pasado, del recuerdo, y abrió la puerta para futuras fugas, sin miedos ni pesares, se había abierto una puerta que se había cerrado con unas cuartillas.

Al poco tiempo la directora del centro les dijo que les había pedido ayuda una ONG, que solicitaran ropa a los alumnos para entregársela a gente con necesidades, le encargó a Camino que organizara todo el operativo y que le presentara un plan de trabajo ¿puede ayudarme Jiménez? Jiménez, Jiménez, siempre Jiménez, siii.

Y prepararon un plan, la cartelera para solicitarlo, la información en las aulas, unos trabajos en clase para sensibilizarlos, un completo plan que le presentaron a la directora, quien encantada les dijo en marcha. Y en eso se metieron a fondo, pidiendo primero la ayuda de sus compañeros y después de todo el mundo, aquello estaba revolucionado y Camino era una experta en revolucionar a la gente.

Todo aquella sensibilización tenía como culmen una fiesta de refrescos y palomitas, en la que alumnos y padres traerían lo que les sobraba en los armarios, aquella fiesta fue mucho más numerosa de lo que cabía esperar, porque se les animó a traer a vecinos, amigos y familiares y lo hicieron, aquello pareció un concierto de un grupo de rock por lo multitudinario y apenas había sitio para recoger tanta ropa, pero con esfuerzo y mucho trabajo, las cosas fueron saliendo poco a poco, sólo quedaba la última parte, clasificar la ropa y quitar de los bolsillos todo lo que pudiera haber.

Con guantes en la mano Camino recogiendo ropa vieja, primero revisaba si había algo en los bolsillos, tiraba a un cubo lo que pudiera haber y después ponía en cada montón cada prenda por su tipo, pantalones aquí, faldas allí, abrigos allá, así seguía con su actividad y en ese proceso, en un momento, metió su mano en el bolsillo de un abrigo, y encontró una nota, en un papel minúsculo, arrugado, escrita a vuela pluma, en aquella nota podía leerse:

“estos días azules y este sol de la infancia”

la miró fijamente, intentó saber qué mano había escrito aquella, la fecha en la que se escribió, algún dato y de repente se dio cuenta y se dijo, no, esta vez no y rompió la nota en mil pedazos.


© 2009 jjb



Tu que tienes esas cuartillas en la mano, que no esperabas que esto fuera así o de otro modo, tu, Camino que no te llamas así, gracias por ser como eres, gracias por ser mi amiga.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

desde el primer capitulo, sabia que camino iba a ser una hermosa historia, pero nunca pense que fuese tan bonita, Camino mujer ejemplar, luchadora por sus ideales,..me has tenido intrigada hasta el ultimo capitulo.
Felicidades escritor.

Flordegato dijo...

Preciosa historia, me encantó el final, te felicito.
Ojalá y solo encuentres "Caminos"
en tu vida.

Anónimo dijo...

Hoy miro y toco estas cuartillas y sé que has modificado su historia. Tú estarás a partir de este momento ligado a ellas tan íntimamente como lo está Ildefonso, como lo está Camino.
No hay cuentos, hay escritores que los escriben. Camino es un cuento extraordinario porque quien lo escribió, tú, eres una persona extraordinaria. Un hombre bueno.
Dentro de la historia de Camino, dentro de esa trama que se ve a primera vista existe otra historia, mucho más profunda, mucho mas verdadera, mucho más tuya. Debajo de ese río de palabras hay todo otro río de sangre, de vida, de amor. Descubrirlo no es fácil.
He necesitado siempre una segunda lectura y una noche de reposo para comprender tus guiños, tus verdades veladas, descubrir los mensajes, las claves.
Ha sido un placer leerte, ir descubriendo, noche tras noche, esa otra historia, la verdadera historia.
Gracias por este relato.

Gracias por querer ser mi amigo.

“estos días azules y este sol de la infancia”

Anónimo dijo...

Es agradable volver a Córdoba de la
mano de Camino.
Una bonita historia que con el paso
del tiempo veo de forma diferente y
en la que descubro cosas nuevas.
Bonita frase la que escribiste en uno de los capítulos:...que lo importante es el cariño, las personas, los amigos....