miércoles, 6 de mayo de 2009

Camino /5

Camino por fin estaba sola en su habitación, tenía ganas de ducharse, pero tenía muchas más ganas de volver a coger el libro por el sitio donde se quedó. Volvió a sentir ese vértigo que tanto le inquietaba pero que tanto le gustaba, sacó el libro parsimoniosamente del bolso, lo dejó con cuidado encima de la cama manteniendo su envoltorio como mantel, como si la colcha lo pudiera contaminar, desplegó el papel para poderlo ver mejor y lo dejó así mientras se iba quitando la ropa y depositándola en una banqueta al inicio de la cama, echaba miradas de vez en cuando mientras se quitaba la ropa y se fue al baño, quería relajarse antes de entregarse en brazos de su tesoro.

El baño le relajó muchísimo, agradeció sobremanera aquella bata que el hotel dejaba en las habitaciones, pensó qué harían los chicos con ellas, se ahuecó un poco el pelo con la mano, y se fue a la cama, allí se tiró, se acercó al libro, se aseguró que tenía las manos secas y muy despacio, con miedo, fue pasando las hojas hasta donde estaban las cuartillas. Por el tiempo que habían estado allí habían dejado un recuerdo de ellas que facilitaba que el libro se abriera siempre y de manera natural por las páginas en donde estaban. Seguía sin atreverse a coger en sus manos las cuartillas, el libro era un objeto de imprenta, salido de una máquina, si, es cierto que le gustaba saber y notar la huella de los que lo habían usado antes que ella, pero esas cuartillas eran tan personales, tendrían tanta carga de la persona que las dejó allí. Imaginaba posibilidades, pero su miedo era mayor porque su contenido fuera intranscendente que por encontrar allí una confesión de asesinato, una carta de amor, un solicitud de clemencia, una recomendación, que se yo. No se atrevía y allí estaban las cuartillas, amenazantes, ocupando no sólo la cama, sino toda la habitación.

Sacó las hojas de donde habían estado posiblemente mucho tiempo, las cuartillas estaban dobladas por la mitad, con un ligero temblor las desdobló, eran muy finas, extremadamente finas, de un gramaje quizás inferior a 60, estaban amarillentas, mucho más amarillentas por los bordes, las desplegó en la cama, alejadas del libro, las cuartillas estaban escritas, con una caligrafía de médico, pero son versos, las cuartillas están numeradas, la excitación va en aumento a medida que va descubriendo nuevas cosas, ¿qué versos son?, parecen bellos, pero están interrumpidos, ¿qué serán?, qué caligrafía más curiosa. Estaba tan inmersa en aquello que se le fue el santo al cielo, hacía tiempo que debería haberse vestido y arreglado, y estaba desnuda, sin pintarse, sin nada. Sonaron unos golpes en la puerta, ábreme, noooooo, ¿Qué harás?, la misterios, sentenció Jiménez al otro lado de la puerta, vamos, que ya han pasado las burras de leche, te espero abajo, pero espabila, que siempre es lo mismo.

Como pudo, en un delicado equilibrio entre la precaución y la prisa doblo las cuartillas y las dejó en el mismo sitio donde las encontró, en un anaquel del mueble en donde estaba la televisión guardó el libro, ocultándole con el papel de embalar y a toda prisa se quitó la bata, se puso ropa interior limpia y empezó a pintarse con carácter de urgencia, mientras sometía su ojo a la tiranía del rimel, en un gesto mecánico por repetido, seguía dándole vueltas y vueltas a todo aquello, aún no había salido a cenar y ya estaba loca por volver.

Como pudo cumplió con todos los pasos del proceso y no fue una de sus mejores intervenciones, termino poniéndose unos zapatos. Se dio cuenta que si lo dejaba en el embalaje en un anaquel y venía la señora a limpiar, podría pensar que era para tirar, y sólo de pensarlo un escalofrió le recorrió todo el cuerpo, cambió su ubicación, definitivamente la maleta era un lugar mucho más seguro, y allí lo dejo.

Salió como un vendaval, como los trenes de lujo que decían en su tierra, y llegó tarde, como siempre y como siempre dio disculpas no pedidas ante la hilaridad general y los comentarios con sorna. Su fama se basaba en sólidos pilares.



© 2009 jjb


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Existen escritores como existen personas que son capaces de hacer interesantes las historias mas simples . Una profesora, un viejo libro, unos poemas…. No parecen elementos muy interesantes , pero has conseguido que la curiosidad enraizara en mí.