viernes, 8 de mayo de 2009

Camino /7

La verdad es que no le decía mucho, ni podía sacar ninguna conclusión de aquello, en la segunda cuartilla se podía leer:

Creces en la sombra sonora
creces inmensamente, creces en ti misma, creces sobre
el silencio, sobre mi corazón, sobre el olvido

Conocía que siempre era igual al principio, esa idea que le anulaba, que le decía que nada saldría de aquello, que aquello no era más que palabras sin sentido, que era absurdo buscar en donde no había. De largo aquello era el mayor hallazgo que había tenido en muchos años de búsqueda en libros antiguos, en librerías de viejo, en librerías de lance, en bibliotecas. A lo sumo una palabra escrita en una página, un nombre que nada tenía que ver con el texto del libro, que poco a nada tenía que ver con la página en donde se había escrito. Pero nada más, esas cuartillas era una pieza muy valiosa y debería saber por la experiencia que había tenido que el tiempo y las muchas horas de observación le darían una explicación coherente a lo que ahora era el caos absoluto, la nube blanca que sólo aportaba más dudas y ni una sola certeza por pequeña que fuera. Siempre recordaba como uno de sus primeros viajes cuando le preguntó a su padre por qué iban a ir con su seiscientos recién estrenado al Valle de Aran, y su padre le miró con aquellos ojos que sólo tenía su padre y ahora vivían en su memoria, y hablándole como si fuera un adulto le dijo, Camino lo importante no es el destino, lo importante es el viaje.

Nada entendió entonces y tanto le había aportado durante toda su vida, que tantas horas con él, tantos momentos de cariño y sonrisas los resumía con cariño en aquella frase. No pudo con ella ni el dolor por su pérdida, ni su irremediable enfado con la naturaleza por llevárselo, su interrupción de relaciones con aquel Dios vengativo que le habían mostrado las monjas pero que con su padre fue vengativo pero no justo. Tardó mucho en perdonar a Dios aquello, pero jamás lo olvidó.

Y siguió escudriñando las cuartillas, buscando más pistas, cuando realmente eran unas breves anotaciones que en un principio había llamado versos, pero que fruto de su búsqueda caótica ya no sabía bien si eran versos, pensamientos, frases sueltas o simples anotaciones.

Miró el reloj, santo cielo, era más tarde de lo que suponía y muchísimo más de lo que debía, era tardísimo y al día siguiente las actividades empezaban muy pronto, se le notaría tanto que ni la excusa del dolor de cabeza le serviría como justificación, pero a pesar de ello no podía irse a dormir sin apenas haber arrancado un poquito de luz en el túnel y en ese momento no era consciente que aunque poco era mucho, pero le parecía tan poco, que no encontraba el momento de irse a la cama, así que olvidó sus obligaciones de lo que ella llamaba el día siguiente y ocurriría en apenas unas horas, y siguió con sus pesquisas y sus ignorancias.

Había estado tan ensimismada con las cuartillas que apenas había observado el libro más allá de análisis inicial. Volvió a ojearlo, con la parsimonia de la primera vez, despacio, sus hojas despegadas y solamente unidas por el cosido eran irregulares al tacto, seguía acariciando sus páginas con amor de amante primeriza y de repente un nuevo hallazgo, no podía creerlo, pero allí estaba, era un marca páginas, de tamaño mínimamente inferior a la altura del libro, lo que impedía que se viera, un pequeño marcador de páginas, amarillento, ajado, con un texto escrito en inglés. “Ihs May the blessings of the church be yours thruogh christ now and forever …….. printed in U.S.A.”, cuánto echaba de menos no haber aprendido inglés y haber hecho caso a las monjas con el francés, y sobre todo, cómo se arrepentía de no haber traído su ordenador por el peso y por el riesgo de que se lo robaran, ¿qué pondría allí?, ¿en inglés?, algo no encajaba, mejor dicho, nada encajaba y era tan tarde. Tendría que buscar a alguien que tradujera aquello, pero un momento, en una de las cuartillas recordó haber visto algo que no eran versos, y se le había pasado, volvió de nuevo a las cuartillas, y en una de ellas, junto a los versos, ponía claramente:” I. Manuel Gil”


© 2009 jjb


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