miércoles, 27 de enero de 2010

Hablar por hablar / y 33

Y aquella pequeña mano le transmitía toda la energía que necesitaba. Era el motor que necesitaba, la fuente de alimentación de su alma. Aquella mano tenía más poder que mil palabras, que argumentos perdidos, que teorías completas y extensos libros. Aquella manita le proporcionaba el maná salvador y no necesitaba de más explicaciones, sólo asirla, sólo notar sus deditos que le daban cobijo y amparo.

En algún lugar del parque, escondido tras una rama, confundido con el paisaje, al sol de media tarde, Joaquín sonreía al ver que su madre se había conciliado con la vida. No del todo, no completamente, pero sí lo suficiente para que en la cara de Joaquín apareciera una sonrisa. Para que por fin estuviera un poco más tranquilo pensando que su madre por fin iba a hacer lo que el deseaba con toda su alma, lo que había sido el objetivo de su vida y de después de la vida, que aquella mujer, dios la bendiga, fuera feliz.

© 2010 jjb



Nadie es más fuerte que tú que has sabido vencerte incluso a ti misma. Esto son sólo palabras unidas con la torpeza del que las une, pero nacen del cariño, ¡gracias amiga!



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Palabras unidas, si, pero no con torpeza sino con cariño, respeto y amistad.
Siempre me han gustado tus relatos, pero creo que en este has puesto algo mas que una letra tras otra.
Has transmitido sentimientos y esperanzas.
Te felicito por la manera que has tratado un tema tan delicado, ha sido realmente emotivo....