viernes, 30 de enero de 2009

Alonso I

739-757

Tercer rey de Asturias desde el año 739 hasta la fecha de su muerte. Nacido en lugar desconocido hacia el 693 y muerto en Asturias en el año 757.

Hijo primogénito de don Pedro, duque de Cantabria, casado con la única hija de don Pelayo, Ermesinda, sucedió a su cuñado Fávila en el trono, tras l
a prematura muerte de éste en el año 739. Alonso I aprovechando la situación de caos que reinaba en toda al-Andalus, por la sublevación de los bereberes en el Magreb, emprendió importantes campañas militares que contribuyeron a ampliar el reino astur y a su vez llevó a cabo la despoblación sistemática de amplias zonas del valle del Duero, con el propósito de dificultar lo máximo posible el acceso de los musulmanes a sus reinos. Falleció por causas naturales, tras gobernar durante 18 años, en el año 757 y fue sucedido por su hijo Fruela
En el año 739 tuvo que hacer frente a las tropas de Uqba ibn al-Hayyay, valí de al-Andalus (734-739), las cuales atacaron algunos territorios fronterizos e
n Álava y Galicia. Aunque según el cronista árabe Ibn Idhair, los musulmanes no pudieron acercarse a los territorios del antiguo reino de Pelayo, tuvo mportantes repercusiones para Alonso esta victoria, que vio como su poder quedaba firmemente consolidado. Así hay que señalar que durante su reinado el pequeño reino cristiano, fundado pocos años antes al calor de la resistencia frente a los musulmanes, se consolidó definitivamente, aprovechando los momentos difíciles que se vivían en todo al-Andalus, tras producirse la insurrección de los bereberes en el Magreb.

Tras conseguir el control sobre gran parte de Galicia, ya que tomó entre otras ciudades como Lugo, La Coruñ
a o Tuy, el monarca astur decidió emplear sus efectivos militares en el valle de Duero, donde tras duras refriegas consiguió el control de importantes ciudades, como nos indican las crónicas asturianas, así según la denominada Crónica Rotense, Alfonso logró apoderarse de: Ledesma, Salamanca, Numancia ahora Zamora, Avila, Astorga, León, Simancas, Saldaña, Amaya, Segovia, Osma, Sepúlveda, Arganza, Oca, Miranda, Revenga, Carbonárica, Abeica, Cenicero y Alesanco,


En general Alonso I no tuvo que preocuparse por las acciones emprendidas en su contra por el último valí de a
l-Andalus, Yusuf al-Fihri (747-756), ya que éste debido a la situación de crisis que se vivía en todos sus dominios no contó con los recursos necesarios para frenar las operaciones del rey cristiano, hasta el año 755, momento en el que consiguió reunir un ejército para enfrentarse con los rebeldes del norte, el cual según los propios cronistas árabes no consiguió ningún resultado.

Alfonso I murió por causas naturales a comienzos del año 757, meses después de la llegada del futuro Abd al-Rahman I a Córdoba, tras haber permanecido 18 años en el poder. Sus restos mortales fue
ron depositados en el convento de Santa María junto a los de su esposa y fue sucedido en el trono por su hijo, que fue coronado como Fruela I.


Una leyenda que aparece reflejada por primera vez en las crónicas del siglo IX afirma que tras el fallecimiento del monarca, "en el silencio de la noche cerrada, y los guardias velaban con toda diligencia su cuerpo, súbitamente se oyó en el aire por todos los que velaban la voz de los ángeles que cantaban: “he aquí cómo desaparece el justo, y nadie repara en ello; y los varones justos desaparecen, y nadie se da cuenta en su corazón. De la presencia de la iniquidad ha sido apartado el justo; en la paz estará su sepultura".

Fuente: EUM
Wikipedia

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jueves, 29 de enero de 2009

Amaneceres /y 4

Poco a poco ella se iba acercando más y llorando lo mismo por las noches, y un día al atardecer, con ese cielo de Madrid que tan bien sale en las postales y que los mejores pintores del mundo han intentado plasmar, se miraron a la cara, cruzaron unos segundos su visión, y sin saber por que, se besaron, con un beso eterno que acababa en las bocas de cada uno, frotándose los labios como habían visto en algunas escasas películas. Así estuvieron mucho rato, muchísimo, sin sentir demasiado, pero buscando el placer y disfrutando de ese terreno. Después se separaron y ella dijo algo que él jamás ha olvidado, “no me esperaba esto de ti”.

Ella calló y él empezó a balbucir excusas, a pedir disculpas, a justificarse, pero ella con ese ademán de desdén que había adoptado no quería oír, ni hablaba, andaba en dirección a su casa mientras que el revoleteaba a su alrededor intentando juntar palabras con cierta coherencia. Aquella noche ella no lloró y no lo se porque nadie me lo dijo, pero me jugaría un brazo a que durmió con la tranquilidad de un niño o del que acaba su trabajo.

Él tampoco lloró, pero necesitó muchos años y conocer a muchas mujeres para saber que la estrategia buena fue la de ella. Tuvo que desmentir a muchos amigos de la infancia que decían que lo fáciles que eran las chicas del barrio, y tuvo que aprender rápido que el amor es doloroso a veces, pero siempre es un ejercicio de humildad en el que más gana el que menos arriesga.

También aprendió que todas las teorías son mentira cuando encuentras la persona adecuada en el momento oportuno y que las estrategias sirven para los negocios, para las religiones, para los juegos, para muchas actividades humanas, pero son de escasa utilidad cuando tienes diecisiete años y estás loco por una mujer, o cuando tienes cincuenta años y estás loco por una mujer

Meses después ella se fue con uno del grupo de la plaza de la Encarnación y él tuvo la mayor desilusión de su vida, de la vida que había vivido hasta entonces, y juró que jamás le engañaría ninguna otra mujer.

No recuerdo el nombre de aquella mujer, o quizás sí, pero sí recuerdo que en aquellos momentos estaba empezando a conocer muchas cosas, a descubrir que merece la pena vivir en este mundo a pesar de todo, y que nada se valora si no cuesta conseguirlo. También se que aquella mujer y yo aprendimos juntos muchas cosas, olvidamos otras y ejercíamos la ingenuidad que íbamos perdiendo al mismo ritmo que nos íbamos acercando.

Probablemente si la viera por la calle no la reconocería, seguro que ella me olvidó hace muchos años y quizás el recuerdo que tengo de ella cuando me acuesto algunas noches, nada tiene que ver con su rostro, pero si mucho con aquella ilusión adolescente que ni siquiera aquellas dos estatuas pueden repetir, porque en el amor nunca hay dos historias iguales, ni dos amantes idénticos.

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miércoles, 28 de enero de 2009

Amaneceres /3

Aquella tarde fue al banco de piedra, a su banco de piedra, cuando ella llegó se saludaron pero él no empezó la lucha como venia haciendo muchísimo tiempo, se quedó sentado, con su carpeta al lado y con la cara ni risueña ni con muestras de enfado, muy natural. Ella notó algo raro, algo que era distinto, pero no sabia qué. Empezaron a hablar, el colegio, los “sabes qué”, las cosas pequeñas que diariamente pasaban, pero allí no pasaba nada, él estaba sentado, sin moverse, sin pretender nada. Estaba muy raro, algo pasaba. ¿Te pasa algo?, no, ¿por qué?, tengo ganas de que llegue el domingo, me han dicho que una de las películas es muy buena. Allí pasaba algo, pasaron las horas, se fueron a casa, ella estaba preocupada, se le había hecho muy larga la tarde, el no había hecho nada y la conversación no daba para cubrir tantas horas, algo pasaba.

Al día siguiente él igual, la misma historia, sin ningún síntoma ni de enfado ni de volver a actuar como siempre. Ella totalmente despistada, sin saber qué estaba ocurriendo, sin poder entender qué pasaba por la cabeza de él, sin querer preguntar por miedo a la respuesta y por primera vez, con un deseo irrefrenable de sentir las manos de él los breves segundos que antes percibía y que ahora sabia que disfrutaba, estaba claro, ya no le quería, y posiblemente hubiera otra.

Aquella noche su madre se preocupó muchísimo, la niña no quiso cenar y en su habitación pudo escuchar un llanto contenido, posiblemente estuviera a punto de tener el periodo pensó, pero ni siquiera en esas circunstancias lo había hecho antes, algo pasaba.

Nada cambio aparentemente en los días siguientes, el seguía distante, no era distante, porque seguía siendo amable, encantador, simpático, pero ya no jugaban como jugaban antes, y ella echaba tanto de menos aquellos juegos.

Dos semanas después no pudo más, ante la sorpresa de él, le agarró por la cintura, y así estuvo diez segundos eternos que casi logran el mismo efecto que el despertar, él sonreía con cara de pillo, de estrategia cumplida y ella hacía de tripas corazón en aquel sentimiento contradictorio entre el placer, la vergüenza y el pecado. Pero para su sorpresa prevalecía el placer por el pecado. Después retiro su brazo, le miró intentando ver en él algo que delatara su reacción, pero nada vio diferente, y aquella noche volvió a llorar, y su madre se volvió a preocupar, y al día siguiente se fue al colegio sin la ilusión de todos los días.

Aquella tarde volvió a pasar la mano por el mismo sitio, él no dijo nada, ella dejó reposar el brazo apenas unos segundos más, pero le gustaba mucho, y a él también. El tenía su guerra particular que le llevaba ora a mandar la estrategia a hacer puñetas, ora a seguir cosechando éxitos con ella. La tentación era muy fuerte, pero por primera vez se sentía dueño de su vida y manejaba la situación con placer y sin prisas, bueno con prisas comedidas y con una frialdad que a él mismo le asustaba.


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martes, 27 de enero de 2009

Amaneceres /2

Él, cuando se despertaba por las mañanas, no tenía ningún recordatorio de la legislación vigente, ni de las costumbres preventivas de las madres de las niñas, sólo tenía la herencia de la naturaleza dentro del cuerpo y un método parroquial para subsanarlo que ni le gustaba ni le era efectivo.

A él ni su madre, ni mucho menos su padre, le había dicho ni la más mínima palabra al respecto, y su única información consistía en lo que les había contado un mayor que era un compendio de medias verdades, medias mentiras y tremendas ampliaciones de la realidad buscando la sorpresa de los más pequeños en formato de boca abierta.

Hasta entonces la pareja suplía sus necesidades físicas con peleas incruentas, juegos absurdos, en una palabra excusas anodinas que le permitían a él traspasar unos segundos, unos milímetros, la impenetrable barrera corporal maternalmente impuesta. Y cuando aquella mano hambrienta de él se posaba en territorio altamente protegido de ella, se sentía ganador y ella francamente mal, y sobre todo, pensaba que su madre, o mucho peor, las vecinas, le estaban observando, era ese rubor adolescente, mitad miedo mitad placer que les mantenía alejados un breve lapso, para retomar con más ganas aquella farsa de lucha.

Y así pasaban los días de aquellos veranos que comenzaban con la primavera y terminaban con el frío, con pequeñas alteraciones que los sábados se materializaban en las visitas a casas de familiares, él a familiares, otros amigos visitaban a parientes, y los domingos con el alargamiento del día por la mañana de misa y la tarde de cine, en función doble y con la imposible presunción de que aquella tarde, al amparo de la oscuridad, protegido de las miradas, ella allanara las barreras, derrumbara los muros y cediese en sus protecciones, pero la tarde acababa sin saber muy bien de qué iban las dos películas, varios intentos fallidos y la esperanza de que llegara pronto el próximo domingo y ella estuviera dispuesta a prescindir de sus prejuicios.

Un día despertó como siempre, pero alguna luz interior, que sé yo, quizás un sueño no recordado pero aprehendido, el caso es que decidió cambiar de estrategia, realmente decidió utilizar una estrategia. Debía ser como en tiempos pretéritos, aquellos ascendentes nuestros, primitivos, se acercaban a las alimañas para estudiar su comportamiento, hacían pruebas, un día se acercaban por la derecha, otro por la izquierda, unas veces con palos, otras sin ellos, a veces mudos, otras dando gritos.

El resultado era desolador, prácticamente ningún avance, siempre la alimaña daba cuenta del cuerpo del ejecutor en todo o en parte. Esto, además de no proporcionarle ninguna información al científico primitivo que organizaba aquellos, suponía un problema para que él pudiera reclutar más voluntarios, pero con ese proceso estratégico pudieron llegar al primer axioma científico: si te acercas a una alimaña vayas como vayas, te ataca y te come.

Posiblemente sea la base de la ciencia actual y en cualquier caso la fijación de una estrategia de actuación. Él tras sus reiterados fracasos, pensó que no había mas remedio que utilizar la estrategia.

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lunes, 26 de enero de 2009

Amaneceres

Tenían diecisiete años y muchas cosas por aprender. Se habían separado del grupo de amigos, que entonces se llamaba pandilla, por una costumbre atávica que por instinto, obligaba a los jóvenes de la especie a buscar pareja del otro sexo y separarse de la manada.

Eran novios, o eso al menos creían ellos, aunque no les gustaba ni el nombre, ni pensar nada en las raíces culturales y biológicas de aquello, ni utilizar aquella palabra para definir su relación. “Salimos” decían a quien quería escuchar. Su grupo era de chicos y chicas de la misma edad unidos por una única circunstancia, el lugar donde vivían, cuando tenían mas años podrían agregarse familiares, compañeros de otros colegios, hijos de amigos de los padres, pero en aquel momento su nexo de unión era su cercanía geográfica.

Los colegios les separaban, en ricos y pobres, en chicas y chicos, pero aquella plaza que no sabía de distingos les unía. Lo que realmente les separaba era la edad, uno o dos años era una barrera insalvable, el límite extremo para ser de los pequeños o de los mayores, era casi imposible que en aquellas pandillas hubiera hermanos, salvo que fueran mellizos o gemelos.

Tras un rupestre cortejo, más intención que pericia, se dijeron que “se gustaban”, el eufemismo que formalizaba sus relaciones o como fuera que se llamara aquello y después buscaron la intimidad y la encontraron fuera, pero al lado de la Plaza, cruzando la calle que entonces daba cabida a coches, y sobre todo a muchos autobuses de turistas, allí, extramuros, en un banco de piedra, entre dos enormes estatuas. Un día ella se fijó en las letras al pie de una de ellas, ponía “FERNAN GONZALEZ”, la curiosidad le hizo mirar la otra, y ponía “RAMIRO 2º”, después, durante las muchas tardes y algunas mañanas que allí pasaron, releyó lo que allí ponía, “REI DE LEON”, “1 º CONDE INDEPENDIENTE DE CASTILLA”.

No sabia nada de ellos, pero daba igual, al amparo de ellos hablaban, compartían secretos, disputaban objetos, gritaban, cantaban… él solía tomar la iniciativa alargando la mano un poco, un poco más allá de lo que unas normas no escritas fijaban. Ella le ponía en su sitio siguiendo las directrices de la férrea conducta que su madre le había inculcado y que básicamente podemos resumir en “hasta el matrimonio no hay sexo”, entendiendo como sexo cualquier muestra de cariño, acercamiento o conducta que supusiera un contacto físico con personas de distinto sexo, así que en el noviazgo serio, sólo admisible en las buenas familias a partir de la mayoría de edad, sólo podía haber expresiones frugales de cariño, un paseo de la mano, un beso en la mejilla, quizás otro en la frente. Para terminarlo de rematar las leyes tampoco ayudaban demasiado, porque la mayoría de edad estaba fijada entonces en los veintiún años.

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viernes, 23 de enero de 2009

Fernan González

¿-970


Fue el primer conde independiente de Castilla, su fecha de nacimiento se desconoce así como el lugar, aunque probablemente naciera en Burgos, murió en el 970. Hijo de Gonzalo Fernández, repoblador de Clunia y Lara, y de Muniadonna.

Hacia 931 había logrado unificar bajo su autoridad condados como Burgos, Álava, Lara y otros que más tarde fueron conformando el gran condado castellano, llegando incluso a ampliar hasta Sepúlveda que repobló en 940.

Sabedor de su poder y de cuál era la opinión popular, mantuvo una actitud independiente frente al reino de León, por lo que Ramiro II, lo encarcelaría en el año 944 en León, además de quitarle todos sus títulos.

Pero la insistencia del califa Abd al-Rahman III, que entonces contaba con importantes ejércitos, hizo que el monarca leonés lo libertara, y casara al infante Ordoño, que más tarde sería Ordoño III, con Doña Urraca, hija del conde. A la muerte de Ramiro II en el año 951, se produjo la verdadera independencia de Castilla, aún con intervención de Fernán González en la política interior leonesa. El apoyo prestado a su yerno Ordoño III, para echar del trono a Sancho el Craso, en el año 958, dio lugar a una guerra civil, en la que participaron navarros y musulmanes, quienes lograron los objetivos de Fernán González.

Murió en junio del año 970, y lo sucedió pacíficamente su hijo García Fernández. El gran logro de Fernán González fue hacer hereditario el título de conde, unificando así Castilla. Personaje épico, aparece en bastantes obras literarias castellanas, que están fundamentadas en la historia, especialmente el Poema de Fernán González.





Fuente: EUM
Wikipedia

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jueves, 22 de enero de 2009

Ramiro II

¿-951

Rey de Asturias y de León desde el año 930 al 950, segundo hijo de Ordoño II.

Su hermano mayor Alfonso IV, cansado de su gobierno, abdicó en él en torno a 930 ó 931. Ramiro hubo de resolver algunos intentos de insubordinación en su reinado. Una vez restablecido el orden y asegurado el p
oder, se dedicó a batallar con los árabes, actividad bastante corriente en estos personajes de aquellos tiempos. Sus hazañas son muy numerosas. Llegó en sus incursiones hasta Talavera en 932. Sus victorias no fueron determinantes, ni permitieron nuevos asentamientos, su objetivo lisa y llanamente era causar el mayor número de bajas posible en el bando musulmán y obtener algún botín. Las nuevas incursiones realizadas por tierras de Mérida y Badajoz, hizo que los musulmanes, encabezados por el califa Abd al-Rahman III, llamaran a la guerra santa contra los cristianos. El motivo de la osada acción del rey Ramiro se halla en la confianza que le dio su coalición con el gobernador musulmán de la ciudad de Santarem, que había preferido pasarse al lado cristiano. Los límites territoriales eran muy inestables y cambiantes. El río Duero hacía las veces de marca fronteriza tácita; al atravesarlo hacia un lado o hacia otro, suponía adentrarse en territorio enemigo con el único objeto de realizar una acción bélica. Así pues, el constante trasiego del rey Ramiro por el lado musulmán acabó exacerbando a Abd al-Rahman. Pero el aliado de Ramiro se desdijo del pacto y regresó junto a las huestes del califa, que atacó a los cristianos cerca de Simancas del año 939. El ejército cristiano supo defenderse y derrotó a Abd al-Rahman. Las correrías continuaron en ambas direcciones. Los musulmanes atacaron tierras castellanas y Ramiro acudió en ayuda de Fernán González.

No duró mucho este estado de cosas. Surgieron disensiones entre los propios cristianos y Ramiro hubo de imponerse al conde castellano. Pretendió entonces el rey poner al frente de
Castilla a su hijo Ordoño, lo cual provocó el levantamiento del pueblo. Ramiro optó por una solución diplomática devolviendo a Fernán González su gobierno tras someterlo a un juramento solemne y casar a Ordoño con Urraca, hija del noble castellano.

En 950 abdicó en favor de su hijo Ordoño III, y murió al año siguiente.



Fuente: EUM
Wikipedia

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miércoles, 21 de enero de 2009

Que sea lo que Alá quiera /y 2

El ni siquiera la había considerado un premio de consolación, pero por algún motivo, por alguna causa estratosferica que suele ocurrir en contadísimas ocasiones, el la estaba mirando ahora y la veía de otra forma, descubría certeza donde antes solo había indiferencia, se movían extraños resortes en su interior, a una velocidad de carro de bueyes, es cierto, pero algo estaba cambiando. Por primera vez en muchos años, a Ana, un hombre le había saludado más de una vez y eso en su sistema operativo era el detonante de un estado de incertidumbre feliz, de moderado júbilo, como cuando te entran unas tremendas ganas de tirarte al abismo y te recreas por tu templanza al no hacerlo.

Aquel viaje en autobús se podría resumir en muy pocas palabras y muchos silencios, apenas les separaban dos paradas de autobús por un tremendo abismo en su forma de pensar y de hacer, el se iba despojando de ese talante estereotipado que le servía para llevarse a la cama a las mujeres y protegerse de sus propios sentimientos. Su fin no era querer, ni siquiera ser querido, el solo quería conquistar voluntades, vencer inconvenientes y desarmar argumentos para tomar su trofeo en la cama, ni siquiera le gustaba hacer el amor con ellas, era solo una especie de gimnasia que proporcionaba cada vez menos placer salvo el del objetivo conseguido. Ella quería querer y ser querida, sobre todo ser querida.

Una parada antes de la suya el le dijo, ¿quieres que quedemos el próximo sábado?, si dijo ella, en la Plaza de Oriente en el último banco con estatuas según miras al palacio a la derecha, cerca del Palacio, ¿vale?, vale. A las cinco. Vale. Adiós, es mi parada.

La primera vez el llego a las cinco y veinte y ella llevaba esperando cuarenta minutos: Discúlpame, el autobús, parece que refresca, y poco más que el comentario meteorológico y los monosílabos de ella. A las nueve ella dijo que se tenía que ir ya, hilvanando la frase mas larga que había dicho y diría. Volvieron a hacer la ruta del autobús del primer día, y así un sábado y otro, al verano le sucedió el otoño y aquel banco de piedra se convirtió en inhóspito, y se trasladaron al Café de Oriente cercano, en la misma plaza. Después volvió la primavera y volvieron a su banco, y allí siguieron un año, y otro, y mas. Poco o nada sabía uno del otro, el siguió buscando mujeres y encontrándolas, a ella le apareció una sonrisa en la cara, pero ambos respetaban la cita del sábado.

Y un buen día el no la encontró, esperó pacientemente con el animo en vilo, con la esperanza de que en cualquier momento apareciese, a las dos horas se fue al Café sin perder de vista el banco, en el Café tampoco estaba, volvió al banco y regreso dos o tres veces mas al Café, nada, a las diez de la noche admitió la realidad y se fue al autobús.

Durante tres sábados mas repitió la misma historia, y ella no apareció, el cuarto sábado a las siete y media en punto, se puso a llorar como hacia muchos años que no lo hacia, y la gente le miraba pensando quizás en una desgracia familiar, el conocimiento de una enfermedad o vete a saber qué. Perdió su ilusión por conquistar mujeres, se despojó de su verborrea parasitaria, revocó hasta el ultimo chascarrillo machista que utilizaba, pensando que eso le haría bueno a ojos del destino y ella volvería, y su vida se hizo mas triste.

A veces, solo a veces, vuelve a aquel banco a imaginar donde estará ella, aunque su imaginación le hace crear una Ana que nunca existió y que el recuerda a la sombra de las estatuas de dos reyes a los que nunca miraron ni vieron.


© jjb

martes, 20 de enero de 2009

Que sea lo que Alá quiera

Llegó tarde, como siempre, pero esta vez ella no estaba en su banco esperándole, era extraño, porque en todo aquel tiempo, tanto tiempo, nunca antes había ocurrido.

Se conocieron en una reunión de separados, el había ido con la ilusión puesta en encontrar mujeres que llevarse a la cama, ella fue a regañadientes, porque su amiga Lucía le había insistido hasta el cansancio. El esperaba encontrar mujeres no demasiado guapas y fáciles, ella esperaba que se le hiciera lo más corto posible.

Aquella reunión fue en una cafetería, de esas que llaman pubs, en la calle Amnistía, qué nombre más curioso, de nombre premonitorio en árabe, Inch`Ala, que sea lo que Alá quiera, cuya decoración era de un estilo incomprensible, posiblemente mezcla de varios propietarios y confusas ideas. Allí, en aquel grupo heterogéneo, todos parecían conocerse, y ella y el sorteaban su primera vez con distinto talante.

El estaba sacando su amplio repertorio de frases hechas ligeramente cómicas y ligeramente cargadas de componentes sexuales de doble sentido, ella bajaba la vista y permanecía enmudecida más tiempo del que hubiera querido. El resultado era el mismo, nadie parecía hacerles caso, y lo que era peor, ninguno de los dos estaba consiguiendo lo que pretendía, el no se comía un rosco y a ella se le hacían los segundos horas.

Ella se sentó en un sofá separado de la barra y separado del grupo, se ocultaba detrás de su copa con mas efecto placebo que real, y el se acerco pensando que había agotado sus posibilidades con las mujeres interesantes.

“Hola me llamo Carlos”, dijo con tono de tesaludoporquenotengomasremedio, y ella dijo “yo Ana”. No era un buen comienzo de nada, pero la verdad es que ninguno pretendía nada. El era explícita y notoriamente el listo de las reuniones, el que quiere ser el líder, el guía espiritual y sólo consigue ser el pesado al que todo el mundo huye. Ella era la mujer invisible, nadie reparaba en ella.

No hablaron, se miraron furtivamente con el único fin de corroborar lo que sentía el uno por el otro, ella miedo y el desprecio.

Ni siquiera se despidieron, pero la casualidad quiso que se encontraran en la parada del autobús, era la línea 25, posiblemente si hubiera una línea 13 hubiera sido en una de sus paradas, pero en Madrid la numeración de las líneas de autobuses pasa de la 12 a la 14.

Hola, dijo el, hola, dijo ella, y allí se quedaron minutos que se hacían eternos, con ese silencio que pesa como un muro, esperando al autobús. El estaba molesto porque las cosas no habían salido como le hubiera gustado, ella había confirmado sus pésimas previsiones.



® 2009 jjb

lunes, 19 de enero de 2009

Eurico

ca. 420-484


Empezamos con las malas relaciones, este caballero era el más pequeño de los hijos de Teodorico I, asesinó a su hermano Teodorico II para acceder al trono. Dicen que era tan hábil general como astuto político y tan falto de escrúpulos que no fueron nunca los actos de crueldad o villanía obstáculos para conseguir sus propósitos. Estos méritos le ayudaron a levantar el reino visigodo de Tolosa (actual Tolouse, Francia) hasta el momento de su máxima expansión.

Conquistó la
casi totalidad de la península Ibérica, a excepción de la esquina noroeste, cuya posesión como vasallos dejó a los suevos, así como los mermados restos del imperio romano en la Galia.

Eurico no sólo fue un gran conquistador, sino que en sus ratos libres fue también legislador. Durante su reinado se realizó la más antigua compilación de las leyes germanas mediante el llamado Codex Euricianus o Código de Eurico, que contiene todas las costumbres que se mantenían como ley entre los godos. En este código se recogía el principio de personalidad, que aplicaba la ley por pertenencia a un grupo, según regía en el derecho germánico, frente al principio de territorialidad, que comprendía a todos los habitantes de un territorio, sin distinción de grupos, conforme al derecho romano. Esta recopilación era bastante extensa, con unos cuatrocientos capítulos que consignaban todas las ramas del derecho: civil, penal, procesal, etc.

A pesar de sus éxitos como político y militar, su condición de arriano no le granjeó las simpatías de los galos, que
en su mayoría eran católicos, por lo que tuvo frecuentes enfrentamientos con los obispos. Esta situación provocó el no nombramiento de éstos, la escasez de sacerdotes en sus territorios y el consecuente caos eclesiástico, que llenó de indignación a sus súbditos.
Murió en el año 484, y le sucedió su hijo Alarico II.

Fuentes EUM
Wikipedia

© 2009 jjb

viernes, 16 de enero de 2009

Ataúlfo

372 ?- 415



La verdad es que siendo como es el primer rey de los que todo el mundo llama godos en la Plaza de Oriente, es duro decir que fue un rey visigodo, y lo que es más fuerte, su historia no es muy allá, la verdad. Fue cuñado de Alarico que no paró de guerrear y que se afanó en que nadie supiera dónde fue enterrado.

Se fue de Italia venciendo a Jovino, casó con la princesa Gala Plácida, hermana del emperador Honorio e hija del emperador Teodosio I el Grande, que había sido hecha prisionera durante el saqueo de Roma. Y por eso los romanos, al entender que aquello era una provocación, atacaron el sur de la Galia y le obligaron a dirigirse hacia el sur.

Atravesó los Pir
ineos y se encontró en Barcelona que era de los vándalos, les arrebató la ciudad y estableció allí su corte. De ese matrimonio nacerá el hijo que tuvo con Gala Plácida llamado Teodosio, con el que pretendía unir a los godos con los romanos, pero desgraciadamente morirá meses después. En esta época sigue una política de entendimiento y acercamiento con Roma, lo que le produce enemistades en su séquito.

En su palacio, en agosto de 415 le asesinó un sirviente llamado Eberwulfo, que lo hizo no debido a su nombre, lo cual hubiera sido razonable, sino a las bromas que Ataúfo le gastaba debido a su escasa estatura.




Fuentes: EUM
Wilkipedia

© jjb

jueves, 15 de enero de 2009

Los reyes godos

“Ese frío que surge cuando amanece se transforma en escarcha en invierno y alegría en verano, las veinte estatuas de reyes antiquísimos permanecen inalterables en su piedra vital”

En mi plaza hay un paseo que es inevitable, es el paseo por la historia de los reyes de antaño, es el paseo por la historia de España, que como todas las historias de los pueblos y las naciones está llena de episodios brillantes, grises y oscuros.

A ambos lados de la Plaza hay dos hileras de estatuas de reyes antiguos, muy antiguos, normalmente todos los habitantes cercanos se refieren a ellos como los reyes godos, son fruto de una casualidad y un error, esas enormes esculturas dan su toque particular y envuelven los jardines.

La idea original fue coronar la cornisa del nuevo palacio con las estatuas de todos los reyes precedentes, y se empezaron a realizar en granito, están labradas en piedra berroqueña, su peso era tan enorme, y había tantos reyes precedentes, que se temió con razón, que la estructura no soportaría tanto peso.

Así que las estatuas, después de dormir algunos años, y lustros a veces en los depósitos, fueron a parar a distintos destinos de Madrid como el parque del Retiro, los jardines de Sabatini, el Capricho de la Alameda de Osuna, la puerta de Toledo... otras fueron llevadas a otras ciudades, como las de los reyes navarros que fueron llevadas a Pamplona, en donde hoy pueden verse en el Paseo de Sarasate.

Son obra de Salzillo, Luis Salvador Carmona, Manuel Álvarez, Alejandro Carnicero, Juan Domingo Oliveri y Felipe de Castro. El italiano de Carrara y el gallego Castro, son autores también de otras obras que adornan el interior del Palacio.

De todas ellas se quedaron en la Plaza veinte, a ambos lados, agrupadas de dos en dos y flanqueando un banco de piedra, descanso de turistas, jubilados o curiosos.

Su elección para adornar esta plaza es una exquisita muestra y resumen de la historia de la monarquía española en sus orígenes, comenzando en los reyes visigodos, siguiendo con el reino de Asturias, Navarra, León, Aragón y Castilla, sin olvidar al primer conde de Barcelona. Para aquellos muy duchos en títulos nobiliarios y con la casa real española, no se les escapará que los reyes y condes representados en esas estatuas, tuvieron los títulos que hoy ostenta el rey de España y su familia.

Pero pasado el mínimo repaso histórico, esas estatuas son testigos mudos de la Historia, y fundamentalmente de muchas historias que han ocurrido a sus pies, bajo su recia estructura pétrea. Una estatua en una plaza es un elemento de decoración, el abrigo en los días de viento, el hogar de los pájaros, el reposo del cansado, el mingitorio de los desesperados, el amparo de los sexualmente fogosos, y tantas y tantas utilidades que yo desconozco pero que seguro que son tan ciertas como que prácticamente nadie ha reparado en el nombre de aquellos a los que representa una estatua de piedra.

Las estatuas son falsas, no reproducen fielmente a quien encarnan. Son la antítesis de las caricaturas. Una caricatura amplía los defectos de aquel a quien pretende caricaturizar, un monumento amplía las virtudes, y hace más fuertes a los fuertes, más guapos a los guapos y temibles a los imponentes.

Durante el día, y si no hace mucho frío o mucho calor, el banco acoge a unos pocos jubilados, a muchos turistas y en el ala izquierda de la plaza, según se mira al Palacio, todos los bancos están ocupados por ciudadanos chinos que lo mismo dan un masaje que venden un abanico, siempre y cuando los guardias se lo permitan con su ausencia.

Son muchos años ya los que yo he pasado en la plaza, y muchos los recuerdos que se convierten en historias, que como todos los recuerdos probablemente no sean exactos, ni rígidos, ni estrictos, pero que a mí me gusta acondicionar, amplificar y distorsionar para que esa realidad se convierta en otra que no es falsa, solo que no ocurrió, o quizás sí, quién sabe.

Fotos: José Manuel Díaz


© 2009 jjb

miércoles, 14 de enero de 2009

Plaza de Oriente /5

También venia un barquillero vestido de barquillero y con aquel enorme depósito de barquillos y ruleta precoz, siempre con una sonrisa, y satisfacción cada vez que se le llamaba, no sé si por descargar el peso de la ruleta-almacén o por haber conseguido un cliente Se daba grandes caminatas desde la Plaza de Sabatini hasta la Plaza de Lepanto, acercándose a los círculos de señoras con niños en edad de mover la ruleta.

Allí estaba el guarda jurado, una figura extinta que debería ser recuperada. Con su sombrero, con su banda, con su bastón porra y su perfil imponente era el encargado de poner orden dentro de los límites que en aquel entonces significaba el orden. Las parejas no se podían besar, los niños no podían jugar al fútbol y nadie podía pisar el césped. Después había reglas particulares de cada guardia jurado, algunos miraban el decoro de la indumentaria, otros por el aspecto de los transeúntes y otros desconfiaban de los que pasaban mucho tiempo en el mismo sitio, pero allí estaban haciendo su labor de control y sobre todo aportando su estética, a un sitio estéticamente impresionante.

La plaza es un recinto abierto limitado por el Palacio de figura imponente, enfrente el Teatro Real que, empequeñecido por las dimensiones gigantescas del Palacio, parece ser menos de los que realmente es, la Plaza de Oriente en el medio, flanqueada por los jardines menores de Cabo Noval y Lepanto y junto al Teatro unos cuantos edificios que sobrevivieron al empeño limpiador de José Bonaparte. En esas casas vivieron músicos y arquitectos relacionados con la Plaza y con la historia, vivieron personas anónimas y conocidas de los suyos, aun hoy siguen viviendo y son parte de ella, son unos cuantos privilegiados que no tienen que desplazarse para contemplar un lugar que se creó para disfrute de reyes y ha acabado siendo para el disfrute de todos.

Yo sé que en mi plaza se han hecho durante siglos intrigas palaciegas, revoluciones, pactos, corruptelas y contubernios, lo sé, pero también sé que esa plaza la conocí en un carrito de bebé, en ella me hice mis primeras heridas, allí estrene los primeros pelos de mi bigote, conocí a la mujer que me volvió loco por primera vez, tuve mi primera decepción amorosa, asistí a la primera manifestación de mi vida, vi a mi padre en sus últimos días en uno de sus bancos, leyendo el periódico, irradiando vida. Y en esa plaza a la que van los extranjeros, y los propios a visitar, quiero pasar mis últimos días, como mi padre, como el padre de Pedro, como tantos otros que respiraban el aire de Madrid filtrado por unos árboles que les daban vida. Porque esta Plaza, está viva.

Madrid, primavera de 2005

© jjb

martes, 13 de enero de 2009

Plaza de Oriente /4

Justo al lado, está la Taberna del Alabardero, originalmente abierta por dos toreros, Jacobo Belmonte y Teodoro Librero “El Bormujano”, apadrinados por el que era su apoderado Luis Lezama. Finalmente fue Luis Lezama, sacerdote, el que convirtió esa joyita en el buque insignia de su próspero negocio hostelero. Hay Tabernas del Alabardero en Sevilla, en Marbella y desde hace muchos años en Washington. Por la Taberna han pasado muchos capítulos de la historia de España y muchas pequeñas historias que aun viven en sus veladores, allí abrió la barra Emiliano Oliveira y años después se incorporó Jesús Muñoz, los dos mejores taberneros que he conocido, y aunque diga poco en mi favor para algunos, he conocido a muchos. La propia historia de la Taberna se ha difuminado con las múltiples versiones de la misma, creadas por sus clientes, de ellas la que más ha cuajado es que era un negocio que puso un alabardero de Alfonso XIII a su querida. Conociendo la verdad de su historia, no tengo ningún interés en descartar ésta porque es mucho más romántica y épica, pero ese clima de taberna apacible que sabe dar el cura Lezama a sus negocios, está aun más vivo en la Taberna, su primera creación. Este antiguo taller de un escultor, es hoy cita obligada de turistas, ministros, directores generales, obispos y militares, además del núcleo duro de población civil que nutre la caja y se refresca el alma y el estómago en sus mesas internas y externas.

Mas allá está el extramuros, dentro caben todos los que vengan con buena voluntad, y sin coches, a ver esta Plaza, testigo único de tantas cosas durante tantos siglos. Aquí hace muchos años cuando llegaba el buen tiempo, venía un abuelo con un burro que tiraba de un carrito en el que entraban los niños previo pago de su importe. Había tres categorías, la general, lo que hoy denominaríamos clase turista siguiendo la terminología aeronáutica, el pescante que era más cara y con una evidente limitación de plazas, y el burro, pieza codiciada por todos los niños y fruto de las primeras discusiones generacionales padres-hijos, origen de una multitud de discusiones posteriores. Había una larga lista de espera escrita solo en la memoria del abuelo que cobraba, guiaba al viejo burro, y le tenía lustroso y bien alimentado. El burro se llamaba Perico y no estoy muy seguro si terminó sus viajes por la imposibilidad de dar la vuelta a la Plaza, por el incremento del tráfico o por que su amo o él mismo pasaron por ese pequeño tránsito que nos conduce a los cementerios a los humanos y a donde vayan los burros cuando mueren. La realidad es que dejaron de venir y la Plaza nunca volvió a ser lo que era.

lunes, 12 de enero de 2009

Plaza de Oriente /3

Casi en la esquina contraria, un poco después, Juan de la Cruz abre los cierres de su tienda de artesanía y regalos, el Oro de Toledo, la señora de la limpieza debe hacer su labor para que el primer grupo de visitantes, unos 100, se encuentre la tienda en perfecto estado, así lo hizo su padre y así lo lleva haciendo él desde hace muchos, muchos años. Los turistas llegan y se van en tropel a los baños, haciendo colas larguísimas que invitan a la conversación, después, preparan una nueva visita al mismo sitio, bebiendo la sangría que de forma gratuita ofrece a sus visitantes. Damasquinos, mantones de Manila, perlas, figuras de cerámica, camisetas, armaduras, botas, se mezclan en esta tienda que Juan regenta ayudado por Tomás y por una larga lista de mujeres que se tienen que multiplicar cada vez que llega un grupo.

Un poco mas allá, casi en la esquina limítrofe, esta Pullmantur, un mayorista de viajes que organiza unas magnificas excursiones por Madrid y sus alrededores. Allí enciende su ordenador Luis Caballero cada mañana, y empieza a ejercer su labor de recto ejecutivo compatible con su condición de castizo de pro y maratoniano de raza. Lo suyo le viene de herencia, nació el 15 de Mayo en Madrid, y eso marca. En esa oficina, desde hace muchos lustros, se organiza y controla el trafico de autobuses, la marcha de guías y visitantes y se ofrece una sonrisa a todos, incluso desde horas tempranas. Pullmantur es heredera de un local que antes fue, o bien una vaquería o bien una pollería, hace tantos años que nadie lo recuerda; lo que si es cierto es que en su aquel entonces eran los proveedores de la guardia real que se suministraba del líquido elemento o de los animales de granja en ese establecimiento que hoy alberga el centro de partida de muchos viajes que empiezan y acaban en Madrid.

En uno de los laterales del Teatro Real está la calle Felipe V, que toma su nombre del que fue el primer rey del siglo XVIII y fue el primer Borbón de una larga saga, y allí los Hermanos Conde hacen y venden unas magnificas guitarras flamencas de fama mundial. Felipe y Mariano, siguiendo la tradición familiar, ofrecen las guitarras que guardan como oro los mejores guitarristas del mundo.

viernes, 9 de enero de 2009

Plaza de Oriente /2

En aquellos años los policías vestían de gris y llevaban amenazantes ametralladoras, que soportaban mientras tarde tras tarde nos pedían la documentación, lo cual al principio nos molestó porque lo hacían diariamente, y luego comprendimos que si no hacían aquello, poco o nada tenían que hacer en aquel lugar. Sudores fríos me entraron años después al conocer, estando en la mili, que aquellas ametralladoras no lo eran, eran subfusiles y que se disparaban sin necesidad de apretar el gatillo, con una facilidad pasmosa. Era el ocaso de una dictadura, mala, como todas la dictaduras, pero en la cual vivíamos acostumbrados a lo malo y a lo bueno, y ambas cosas no eran ni tan buenas, ni tan malas como algunos quieren creer, el caso es que aquella era la situación de aquel momento y la vida seguía para los que habitábamos aquellos lugares.

El Teatro Real se había abierto hacía poco, y era una sala de conciertos que nada tenía que ver con el fin con el que se había creado hacía siglos. Unas cuantas tiendas, una imprenta y nada más, bueno si, el kiosco de helados de la señora Carmen, que año tras año aparecía en primavera para pedirme que me subiera al árbol y pasara por allí el cable que le tenia que dar la electricidad necesaria y que salía del portal del 2, hasta casi los veinte años me subía a aquel árbol, y ya no sabía cómo decirle que no me diera las doscientas pesetas que siempre me daba, ni cómo decirle que se buscara un sustituto más joven para aquellos menesteres.

En una esquina de la Plaza, el Café de Oriente empieza una rutina perenne en la que siempre está presente Jesús, al que yo siempre saludo con un “hola don Jesús Muñoz de la Hija” al que el siempre responde con mi nombre y dos apellidos, Jesús es parte importante de esta plaza, de este barrio y si me apuras de este territorio urbano que, gracias a él, llega a Ávila, porque hay muchos madrileños de Ávila, pero Jesús debería ser su cónsul honorario. Es, con reconocimiento internacional, el mejor tabernero del mundo, y una barra de una taberna o de un bar es distinta con el detrás, allí en el Café de Oriente, como antes en el no muy lejano Alabardero y en sus orígenes casi infantiles en Casa Ricardo ha creado lo que crean los vendedores de seguros, los notarios eficientes y las tiendas buenas, una cartera de clientes incondicional y fiel, que se moverán hacia donde Jesús les regale la inteligencia de la barra; llegar allí y saber que te van a poner lo que quieres en el momento del día que toca, aderezado de un detalle, una conversación o una broma, según se tercie.

jueves, 8 de enero de 2009

Plaza de Oriente

Amanece en la Plaza, apenas un par de furgonetas de reparto, los dos guardias civiles perennes a la puerta de Palacio, dos transeúntes perdidos entre el ayer y el hoy y poco más. Amanece en la Plaza de Oriente y la historia se repite después de siglos, de personas que estuvieron y que no están y de la Historia que envuelve el espacio y lo condena y lo reduce. Ese frío que surge cuando amanece se transforma en escarcha en invierno y alegría en verano, las veinte estatuas de reyes antiquísimos permanecen inalterables en su piedra vital, el bronce de la estatua ecuestre se contrae unas mínimas micras que no afectan a los cálculos que pudo hacer Galileo Galilei, la vida es igual y distinta cada día. Las ventanas del Palacio permanecen cerradas, el Teatro Real se enfrenta al Palacio geográficamente como todos los días desde que Isabel II, esa reina tan madrileña como desmesurada, que logró que por fin fuera el Teatro Real.

Después, la vida comenzará en un Madrid que a esas horas bulle de gasolina y goma de neumáticos, de sueños no reparados y miradas de madrugón que saben de líneas de metro y horarios de autobuses; los coches que desaparecieron hace años de la Plaza, pasarán por los subterráneos y por los aledaños, intentarán llegar a donde nunca podrán llegar y se quedarán fuera porque fueron desterrados. Los seres humanos llegarán a la Plaza y abrirán los negocios que allí aún quedan, poblarán las oficinas que allí siguen y después esperarán a una nube de turistas que, disciplinadamente, marcharán a ritmo de maratón por sus rincones, con el único fin de poder contar a sus amigos que ellos también conocen la Plaza de Oriente de Madrid.

En esa Plaza conocí yo el olor de tierra mojada y por alguna razón, que ya conozco y que olvidé durante mucho tiempo, cada vez que lo huelo me recuerda un nombre y una cara de mujer, olvidé su cuerpo, pero da igual, porque probablemente su cuerpo también se olvidó de ella y ya solo sea un recuerdo. En esa Plaza peleé, y en esa Plaza pasé horas y horas que llenaban largos veranos que dejaban paso a larguísimos otoños, para después permanecer horas allí en los inviernos, esperando que pronto llegara el verano, y de tantas horas pasadas allí se me olvidó la Plaza que no era mas que un escenario puesto allí y olvidado a fuerza de verlo. No había Plaza, solo rutinas y sitios, que nos hacían mudar por diferentes partes de la Plaza. No sé muy bien por qué, pero cada una de las pandillas que allí nos juntábamos teníamos asignado un sitio por nadie, que respetábamos diariamente, hasta que sin saber por qué tampoco, cambiábamos a otro, eso sí, respetando los lugares ocupados por otros.

jueves, 1 de enero de 2009

Feliz 2009 América

Desde México, les deseamos que el 2009 sea buenísimo en todos aspectos y que la crisis dure lo mismo que nuestros propósitos de Año Nuevo. Felicidades!!!

Feliz 2009

desde europa, españa, madrid

mis mejores deseos para ti y para los tuyos en este año