miércoles, 9 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 13

Qué cosas más raras les ocurrían a los demás, intentaba buscar paralelismos y no los encontraba. Su vida había sido normal, o al menos él consideraba que eso era la normalidad, alejada de rarezas, grandes convulsiones o catástrofes, salvo la separación de sus padres, lejana y deliberadamente cerrada porque era un tema al que su madre tenía cierta y especial aversión. Su vida había sido muy vulgar, muy tranquila, posiblemente a ojos de cualquiera muy aburrida, su madre le llevaba a todas partes de pequeño, el colegio, los amigos de la infancia que luego lo fueron de la adolescencia y después de la madurez.

Conoció el amor de la manera más natural del mundo, Ana había sido su amiga y su cómplice desde que tenía uso de razón y todo surgió cuando surgió el deseo y dejó de ver una niña para notar que sus sentimientos se traducían en sensaciones, sus cariños en deseos y sus ganas de jugar con ella en motivos para compartir con ella.

Estudió, vivió, conoció y su madre seguía siendo su constante y él hizo todo lo que tenía que hacer, aprobar, buscar un trabajo, no dar ninguna razón para el escándalo, ni el disgusto, ni el desconsuelo. Todo caminó en su vida de manera tranquila y recta, sin grandes disgustos ni grandes saltos hacia arriba y hacia abajo, era feliz porque tenía lo que quería y lo apreciaba y sobre todo le gustaba querer y ser querido, y jamás le pasaron aquellos grandes dramas que él escuchaba en la radio, de madrugada, y que tanto le atraían y le sorprendían.

Cuando tenía que hacer lo que en ese punto era razonable hacer, fuera estudiar, trabajar, divertirse, votar, casarse, llorar o cualquier otra cosa que fuera lo propio del momento, la había hecho con la mayor naturalidad, sin obligación, con plena consciencia de que aquello era lo que quería hacer, y siempre había sido así, sin grandes desgarros, sin grandes alharacas.

Por eso oír todo aquello le atraía tanto, nada más lejano de lo que antes de oír aquel programa creía el que era el mundo, la vida. Suponía un universo de personas muy parecidas a él, más listas, menos listas, más guapas, menos guapas, pero con los mismos principios, la misma forma de vida, todo muy similar.

Había oído hablar de malos muy malos en los periódicos, en las películas, incluso su madre le hablaba a veces de aquel vecino que aterrorizaba al barrio cuando ella era pequeña, aquel otro que se escapó al monte, historias, anécdotas, cosas que les pasaban a los demás y que nunca en la vida ni siquiera le rozaron, ni apenas vio de lejos.

Pero estos no eran malos malísimos, eran personas corrientes, con voz corriente que al amparo de la noche contaban cosas que les ocurrían que eran absolutamente ajenas a él a veces, tremendamente dramáticas otras y otras más tan extremas, que a pesar de intentar que no fuera así le parecían cómicas por lo descabelladas.

Eran personas aparentemente normales pero que relataban la crónica de la infelicidad o de la controversia o de la negligencia, a veces de lo extremo, otras de lo terriblemente dramático consecuencia de un pequeño error, una decisión mal tomada o de eso que también salía en las películas y que llamaban el destino.

A veces le contaba a algún amigo lo que oía en la radio, y en muchas ocasiones le decían que aquello estaba preparado, él ya lo había pensado, pero tenía la íntima y total convicción de que aquello no era preparado, que sólo era un biombo que tapaba las caras y al amparo del biombo la gente contaba lo que no podía contar a nadie por pudor, por miedo, por vergüenza o por soledad.

© 2009 jjb

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto parece que va tomando color. Me gustaria saber en que emisora salia o sale ese programa.

Anónimo dijo...

sale en las emisoras de la Cadena Ser.

Anónimo dijo...

Gracias, tendre que escucharlo, debe ser un programa entretenido.