martes, 15 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 17

La tarde fue tranquila. Ana, un paseo, ¿aún no le has dicho nada a tu madre?. Esta noche, a ver como lo toma. Pues una alegría, cómo lo va a tomar. No sé, me preocupa. Joaquín, tu madre quiere lo mejor para ti y lo nuestro es sólo una cuestión de tiempo. Pues sí, tienes razón.

Y llegó a casa, cenó tranquilamente y en su diaria sesión de sofá se puso serio, muy serio. Mamá tengo que hablarte. Hijo, no me asustes. No, si no pasa nada. Pues tú dirás. Que Ana y yo… bueno que hemos hablado. Y los ojos de su madre estaban fijos en los suyos, como con una sonrisa muy profunda, como diciéndole sé lo que me vas a contar y me parece muy bien. Como si le estuviera dando esa sensación de seguridad que sólo ella le había dado durante tantos años. Que nos queremos casar. Joaquín eso ya lo sé. No, que queremos casarnos y ya hemos puesto fecha, el año que viene. Hijo, no podías darme una alegría mayor. Bueno sí, que tuvieras gemelos, pero ésta es la previa. Ven aquí, dame un beso.

¿Y ya está?, ¿no me dices nada más?. Y qué quieres que te diga. Ana es la mujer ideal. Es buena chica, te quiere, está loca por ti, es discreta, es guapa, es trabajadora, tiene carácter y no se deja avasallar por nadie. Es una mujer con visión de mujer de hoy, no como nosotras que éramos muebles. Y sobre todo, tú la quieres. Yo como soy tan vieja, he visto como los hombres sois tan tontitos que aunque una mujer no tuviera las virtudes de Ana, aunque fuera malísima, aunque se estuviera riendo de ti, si te ciegas con ella seguro que lucharías contra todo y todos para estar con ella. Sois así de primarios. En este caso la quieres, ella te quiere y es una mujer magnifica. Pues estupendo.

Pero mamá, nos iremos a vivir juntos. Te quedarás sola, aunque vendremos a menudo a verte. Pero algo tendrás que decirme. No sé, ¿sola?, pero si estoy loca porque te vayas y me dejes sola. A ver si me echo un novio, que todo el mundo se cree que tú lo eres y yo soy una enferma. Que no, que es broma. Tú lo deberías haber entendido. Yo no quiero que te cases con una marquesa, ni con una millonaria, ni con una modelo. Yo quiero que tú seas feliz y estoy segura que con Ana vas a serlo, ¿qué más puedo pedir?

Y que te vas, ¿tú crees que yo no me fui de mi casa?, ¿tú crees que todas las parejas desde el origen de los tiempos no se iban?. Es ley de vida. Es así. Me guste o no me guste, es así. Pero el caso es que a mí me gusta, y por cierto, a ver si me das un nietecito para ya darme el placer completo.

Que no cariño, que yo lo esperaba. Que quería que ocurriera, que es lo natural. Y lo único era que dieras el paso adelante y dijeras pues en tal fecha, pero yo n o tenía ninguna duda sobre eso, ninguna. Además estoy loca porque se pelee Ana contigo por las mañanas y no yo, que me tienes aburridita. Ven, dame un beso.

Siempre me sorprendes. Esperaba un reproche, un mal gesto. Qué sé yo, algo. Y sólo me dices que te parece bien. Pero Joaquín, soy tu madre. Te he parido. Te quiero y sólo quiero que seas feliz, que todo en tu vida sea propicio, que tu vida sea sólo un poco mejor que la mía. Y yo sé que la felicidad es una suma de pequeñas cosas y de grandes cosas, de decisiones buenas y decisiones erróneas que se corrigen, de ir y de venir. Pero lo que vas a hacer no sólo es ley de vida, sino que me parece otra de tus decisiones acertadas. Una más.

© 2009 jjb

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