lunes, 14 de diciembre de 2009

Hablar por hablar / 16

Muy poco tiempo. Qué sensación más mala de no haber dormido nada. Qué terrible dolor de cabeza, como si tuviera un sombrero de hierro, una boina de hierro en la cabeza. Qué sensación de culpabilidad, como si se hubiera portado mal, como si hubiera hecho alguna fechoría infantil.Y qué poco tiempo para prepararse. No tenía costumbre y le estaba pesando el trasnochar.

Qué sueño. Qué mañana más larga. Cuánto le costaba hacer el más mínimo movimiento. Cualquier cosa cotidiana era ese día un gran logro,doble de trabajo. Su mente iba a una velocidad inferior y su cuerpo aún más.

Ana lo llamó. Cariño estoy fatal. Ayer hasta las tantas, uno que decía que se iba a suicidar. Si, que ya lo sé, pero sabes que me gusta, estaba muy interesante. Si, que si, que tienes razón pero sabes que me gusta. Y yo a ti, nos vemos luego. Un beso.

Lejos de allí, en su trabajo, su madre estaba pensando en que algo le pasaba a Joaquín. En dos ocasiones había hecho intención de contarle algo, como cuando quería que le diera permiso para irse de vacaciones con su novia, o como cuando le contó que estaba buscando trabajo antes de acabar sus estudios. Era su situación de contarle algo importante y las dos veces se había echado atrás. ¿Qué podía ser?. ¿Qué dejaba a Ana?. No, estaban muy enamorados. Ana era una niña encantadora. Había pasado todas sus pruebas de madre preocupada y era casi perfecta. Lo quería y tenía un carácter lo suficientemente acogedor, lo suficientemente fuerte como para hacer feliz a Joaquín. Y eso es lo que ella pretendía como madre, que su hijo fuera feliz, sólo eso. Era muy consciente que la felicidad nada tiene que ver con el dinero, con la soberbia y con el orgullo. Es patrimonio de los que la buscan y de los pocos que la encuentran.

La madre de Joaquín pensaba que posiblemente había llegado la hora de que Joaquín se casara, como su hermano, y nada le podía hacer más feliz que eso. Si, posiblemente se sentiría un poco sola. Quizás con la sensación de haber culminado su trabajo, quizás como si ya pudiera dedicarse a ella misma. Pero que noticia más buena sería ésa. Que su hijo se casara y que le diera nietos. Que le regalara su felicidad y un nuevo motivo para vivir. Pero si era eso lo que quería decirle, no entendía por qué se había echado atrás. Que se casara era lo mejor que podría saber, la mejor noticia.

Joaquín seguía viviendo su día de perros, pensando en qué habría sido de Antonio. No lo ha hecho, eso pensaba. No lo ha hecho. Pero claro, no podía seguir la lógica de sus pensamientos. Él era distinto, jamás se lo plantearía, en ninguna circunstancia. Pero seguía intrigado por saber que habría sido de aquél que le había robado el sueño la noche anterior.

Entre pensamiento sobre Antonio y aquella noche en blanco, volvió a pensar en que tenía que contarle a su madre sus planes de boda. Lo había intentado dos veces y se había echado atrás. Menos mal que milagrosamente ella no se había dado cuenta, porque era muy larga y siempre le descubría en sus intenciones. Pero esta vez no. Había salido ileso pero sin decirle lo que tenía que decirle. No quería hacerle daño y el que se quedara solo posiblemente no era muy agradable para ella, pero tenía que decírselo mejor antes que tarde.

Aquella noche buscaría el momento propicio, la ocasión adecuada, para darle la noticia. Seguro que se alegraba pero seguro que se preocuparía por ver que su vida iba a cambiar. Y a él también le costaba hacerse a la idea de vivir sin ella, aunque fuera para comenzar una vida nueva con Ana, tenia que decírselo.

© 2009 jjb

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