Hola Macarena, te oigo desde hace años y estoy un poco nervioso. No te preocupes. Mira es que resulta que yo tengo una novia desde hace cinco años pero desde hace un mes que conocí a un chico creo que me gustan los chicos y no me atrevo a decírselo a mi novia. El interlocutor callaba para ver si Macarena le decía algo y Macarena no decía esta boca es mía. ¿Estás ahí?. Si. Ah, es que como no hablabas. Pues eso, que me he enrollado con este chico y no sé cómo decirle a mi novia que me gusta más él que ella, aunque yo a ella la quiero. Pero no sé qué hacer, la verdad, y llamo para ver si me puede ayudar.
Qué caso, Joaquín imaginaba que si aquello le pasara a él, sólo con levemente indicárselo a Ana, directamente le asesinaría, pero de todos maneras, ¿cómo pueden ocurrir esas cosas?, eso es imposible, no puede ser, eso está preparado, es imposible.
Y después pensaba que por qué no. Que era ajeno a todo aquello pero que le podía pasar a alguien. Que eran otras formas de vida, visiones diferentes, lejanas, muy lejanas a él pero no por ello imposibles. Pobre chica. Cómo se quedaría después de que le dijera aquello. Menudo palo. No se lo dirá, seguro. Le contará alguna historia y cambiará la historia, no se.
Otra llamada, Juani, de Cuenca: Buenas noches. Felicidades por tu programa. Te oigo desde que empezaste hace cinco años. Estoy un poco nerviosa. Pues resulta que a mí me ha pasado lo mismo que al que ha llamado antes. Yo tenía mi novio y conocí a una chica en las fiestas de mi pueblo. Y no me digas cómo, pero nos enrollamos. Y resulta que ya teníamos la boda preparada, la casa, todo, y no se que decirle a mi novio.
Era una epidemia, de todos los sexos. En el chat había revolución. Mil opiniones, dos mil maneras de verlo. Pero tan deprisa, tantos comentarios que Joaquín apenas podía interesarse, pero le gustaba aquella revolución. Parecía un complemento más del programa. Lo único que no estaba tumbado y sabía que al día siguiente pagaría las consecuencias.
Y lo malo es que ya mandamos las invitaciones de la boda y me tengo que casar. Pero tengo un problema porque sé que es una equivocación y sé que me voy a arrepentir. Y Juani de Cuenca lloraba porque el asunto le desbordaba y Joaquín pensaba en los invitados, los camareros, los trajes, los regalos. Menudo lío. Cuantas explicaciones. Y sobre todo, explicar lo más importante, dejaba a su novio por una novia y eso le llevaría años dejarlo claro y sobre todo ser aceptado por el resto de la población de Cuenca.
Estaba más que entretenido. Aquella nueva visión de “Hablar por hablar”, con los chatines, con la mezcla de lo que la radio emitía y la gente opinaba, con aquel tema envenenado que no dejaba a nadie ajeno. Estaba muy bien Macarena. En su lugar, en su medida, callando y dejando hablar. La noche iba a ser larga.
© 2009 jjb
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