miércoles, 5 de agosto de 2009

Maribel / 26

Eran historias audaces, muy audaces para aquella época en la que la moral y las buenas costumbres estaban escritas en los evangelios e interpretadas por un hombre que desde su púlpito impartía doctrina y promocionaba buenas costumbres, en las que el honor de una familia siempre estaba en una parte anatómica de la mujer y de lo que pensaran de ella. La señorita Francis no es que fuera una revolucionaria, que no podía serlo, pero al menos su discurso no era el mismo que el de los curas, que también hablaban en la radio.

Por eso le gustaba y pasaba el rato oyendo aquellas historias de nombres curiosos, querida insistente, querida despistada, aquello le hacía ausentarse un poco de aquella realidad de llantos y trabajo, de minutos que faltan y de cosas por hacer.

Un día, Joaquín llegó antes de la hora y la comida no estaba hecha, no te preocupes mujer, esperaré. Aquello le descabalaba, pero le puso un poco de caldo del día anterior y le hizo una tortilla de bonito. No le debió gustar, porque sin apenas haber terminado la tortilla empezó a decirle que si eso es lo que ella llamaba una comida, que cada vez lo hacía peor, que no le extrañaba porque cada vez estaba más vaga, que no daba ni golpe y que él mientras dejándose la vida para dar de comer a tanta gente; que ya estaba harto y se levantó y se marchó dejándose un plato de arroz con leche que le había puesto como postre.

Y es que tenía razón, se había relajado mucho, con tanto trajín, las niñas ¿Qué le pasaba a papá, mamá?, nada hija, que estaba enfadado, venga, que vamos a comer nosotras, ayúdame con tus hermanas.

Por la noche le vio llegar con esa voz que se le ponía cuando bebía un poco más de lo habitual. Como todavía estaba presente lo del mediodía se acercó a él y le besó con un poco más de intención que otros días, le notó el fuerte olor del vino y él se desembarazó de ella sin muchos miramientos. Desapareció para que se calmaran los nervios, pero una vez en la habitación, después de todo el día, comenzó la conversación donde la había terminado en la comida: yo aquí trabajando todo el día, Joaquín que yo tampoco paro, calla cuando hable yo, me paso el día trabajando y ni siquiera puedo comer cuando llego a casa y además mírate cómo te has puesto, no te cuidas, comes todo el día y parece que tengas 80 años, peor porque la mayoría de las mujeres de 80 años no están tan gordas, no me casé con un saco de grasa y no haces nada por remediarlo. Maribel apretaba la cara contra la almohada y callaba, porque sabía que si decía algo alargaría aún más la conversación, así que esperó pacientemente a que se le acabaran las palabras y que un fuerte ronquido anunciara que ya no volvería a decir una sola palabra hasta el día siguiente.

A la mañana siguiente, cuando se puso a desayunar, nada podría indicar la bronca del día anterior, se tomó su café y salió para el trabajo con su bocadillo bajo el brazo, las niñas salieron luego para el colegio y Maribel se quedó allí, empezando la tarea diaria y pensando que algo debería hacer para quitarse quilos, pero no era sencillo, tendría que consultarlo con su madre y si no, iría a ver a doña María, que aunque ya estaba muy mayor , era la que más estaba al cabo de la calle de todo lo que pasaba en el mundo.

Su madre, como ya esperaba, le dijo que estaba muy bien de quilos y que cada cual tiene el peso que tiene, que hay que comer, que lo que no es sano es estar escurrido; así que se dirigió a ver a doña María que, como siempre, le recibió con cariño y dos sonoros besos, hija yo no necesito, pero ahora estáis todas locas con los regímenes, con cosas raras, pero el único sistema que funciona es comer menos, cuanto menos comas menos quilos, pero como no comas te mueres, así que tú verás; come un poco menos y con la gimnasia que haces a lo largo del día ya verás cómo bajas algo, pero come, que si no te mueres. La verdad es que le sirvió de poco el consejo, pero siempre era un momento de alegría ver a doña María y su explosión de vitalidad, a pesar de su edad.

© 2009 jjb

votar


Add to Technorati Favorites

1 comentario:

Flordegato dijo...

Que lástima no existiera el divorcio en esa época para que tantas "Maribel" pudieran hacerle entender a los "Joaquin" lo que es el respeto y el cariño hacia su mujer.