miércoles, 12 de agosto de 2009

Maribel / 31

Está muy mal, la hemos recuperado y está estable pero el diagnóstico es muy grave, no podemos decir nada más de momento, en estos casos debemos hacer un informe judicial y ponerlo en conocimiento de la policía de inmediato ¿saben ustedes quién ha sido?, sí, mi padre, pues preguntará por él la policía que está al llegar, no está aquí, no sabemos de él, pero mi madre ¿podemos verla?, no, está entubada, está en la UVI, no pueden verla, esperemos noticias, pero no se los puedo poner bien porque su estado es crítico, lo siento.

La policía le encontró en la barra del bar de al lado de su casa, justo donde habían indicado sus hijas. Estaba borracho como una cuba y hablaba sin parar de temas incoherentes. No le preguntaron nada, su actitud fue agresiva, le redujeron, le esposaron y se lo llevaron en el coche patrulla camino de la comisaría. Una vez allí el inspector encargado del caso le mandó a la casa de socorro a que le hicieran un peritaje médico y le quitaran la borrachera. El inspector jefe, un hombre con amplia experiencia de años y de situaciones, sabía que el código penal entendía la embriaguez como un atenuante. Se lo llevaron a duras penas y después de redactar el informe con el único diagnóstico de embriaguez extrema, le inyectaron una buena dosis de vitamina B12 y el médico aconsejó a los policías que no le dejaran libre en al menos doce horas, porque si bebía en ese intervalo podría ser peligroso.

En el calabozo de la comisaría durmió y durmió, y al despertar le llamó el comisario, ¿qué es lo que has hecho?, bajó la cabeza y miró al suelo, coño, el que no paraba de hablar ahora es mudo, ¿no recuerdas lo que hiciste ayer?, no, no sé, decía Joaquín sin dejar de mirar al suelo, ¿no sabes cómo está tu mujer?, no, está en el hospital, muriéndose de la paliza que le diste, siempre hace lo contrario, nunca hace lo que debe, pero yo la pego lo justo, sólo cuando me calienta, ayer bebí mucho, no lo recuerdo, pero ella está siempre con lo mismo, ella no cuida de la casa como dios manda, no quise hacerle daño, pero se me fue la mano, será eso, que se me fue la mano, no lo sé, lo siento, ¿se te fue la mano?, si casi la matas, tienes muy mal vino tú y vas a tener problemas porque no es fácil ayudarte.

Pasaban los días y Maribel seguía sumida en su profundo sueño de muerte. Nada cambiaba, aquella habitación en penumbra, en la asepsia indiferente de un hospital, las enfermeras moviéndose, las constantes controladas, nada era diferente ni hacia bien o hacia mal y Maribel permanecía ajena a todo aquello, en un sueño de vida o de muerte, en la profundidad del abismo, ajena todo, con su cuerpo taladrado de tubos y las marcas aún recientes de la tragedia.

Después del calabozo Joaquín prestó declaración ante el juez y tampoco dijo mucho o poco, después se fue a casa y entendió que debería presentarse ante el juzgado los días 1 y 15 de cada mes. Al llegar a casa, sus hijas le dijeron qué hacía allí y él las apartó de un manotazo, ¿Qué haces aquí?, vete, vete de aquí, esta es mi casa, aquí debo estar, esta es la casa de nuestra madre y tú sobras, esta es mi casa y vosotras no merecéis estar aquí. En la tensión de la situación la hija mayor medió, tú aquí dormirás pero no esperes más, si vienes borracho llamaremos a la policía, si se te ocurre ponernos la mano encima llamaremos a la policía o tomaremos las cuatro la justicia por nuestra mano, aquí cabes sólo en tu habitación y no queremos verte.

Calló y se fue a la habitación. No entendía cómo sus hijas, a las que había dado todo, más incluso que lo que les había dado su madre, a las que había pagado academias y trajes de comunión, vestidos, todo, cómo podían tratarle así ahora, eran injustas con él como lo había sido su madre, todas eran iguales, todas estaban contra él.

© 2009 jjb

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