martes, 18 de agosto de 2009

Maribel / 35

Todo transcurrió bien, todo era un remanso de paz, Maribel estaba encantada. Joaquín parecía amaestrado: no bebía, hablaba poco como siempre, pero colaboraba en ciertas labores siempre con la distancia que sus hijas le imponían. No le aceptaban y Maribel les recriminaba su actitud, es vuestro padre, es un hombre nuevo, todo el mundo tiene derecho a tener una oportunidad, pero ellas no aceptaban, ellas habían visto la historia sin cortes, desde el principio al final, sin censuras, sin concesiones y no podían dar otra oportunidad.

Pero Maribel disfrutaba de aquella nueva luna de miel, aunque a veces había gestos que le recordaban al Joaquín de otros tiempos, pero no, todo era distinto. Las niñas seguían, mamá a la mas mínima, mamá no dejes pasar ni una, que no hijas, pero ser un poco más amables con vuestro padre, tú estate al tanto y avísanos a la más mínima, por pequeña que sea, que sí hijas, que sí.

No había comunión ni cumpleaños que no fueran juntos y a diferencia de antes Maribel no estaba sola, él se quedaba a su lado durante todo el tiempo, incluso en la iglesia, incluso lejos de la barra del bar en el restaurante. Maribel veía en ello una señal inequívoca de cambio y además no dudaba que era definitivo.

Un día Joaquín tardó un poco más de lo normal, solía llegar pronto y pasaba la tarde en casa, pero ese día llegó más tarde de lo habitual y con evidentes signos de haber bebido. Maribel no quería que sus hijas lo vieran y se le llevó agarrándole de la cintura hasta la habitación, ¿qué ha pasado?, se ha ido uno de la oficina y he bebido, pero no quería, acuéstate y no digas nada, mañana hablaremos, sí, hasta mañana.

Vuestro padre está indispuesto, se ha acostado, ha ido al médico y le ha dicho que es del estómago y que haga reposo, no quería tomar nada, mañana estará bien, espero. No parecieron ni preocupadas ni interesadas aunque era raro, pero siguieron a sus cosas y Maribel siguió con su preocupación que iba en aumento, esto no estaba previsto.

Al día siguiente Joaquín no dijo nada, se puso su ropa, se tomó su café y se fue al trabajo, Maribel mientras hacía las labores de su casa seguía dándole vueltas e intentando convencerse de que no tenía importancia, que no convenía elevar una anécdota a categoría; se iba un compañero, es lógico que un día fuera especial, aunque debía decírselo, eso no podía repetirse, pero tampoco era tan importante.

La comida era breve, Joaquín comió también normal, parecía o enfadado o contrariado, pero no decía nada mientras comía, se fue normalmente y siguió Maribel con su soliloquio que silenciaba ante la cercanía de sus hijas, era un mero ejercicio de convencimiento y nada más, pero en ello estaba el día mientras seguía con sus cosas.
Joaquín volvió un poco más tarde, pero sólo un poco, dentro de los márgenes lógicos de cualquier día. Tenemos que hablar, ahora no que tengo que bajar la quiniela, luego hablamos, quieres algo, no, y se fue con sus boletos que preparaba durante la semana.

No tardó mucho y Maribel le dijo que tenían que hablar de nuevo, se fueron a la habitación y Maribel comenzó midiendo sus palabras, sin querer hacerle daño. Mira yo sé que lo de ayer fue una excepción, pero tú me prometiste que lo dejarías y eso no puede ser, tú sabes que eres otro cuando bebes y ya lo hemos hablado muchas veces, tú tienes que entenderlo. Sin saber por qué a Joaquín se le inyectaron los ojos en sangre, le volvió a salir aquella cara que Maribel conocía perfectamente, aquella cara que fue el preámbulo de su muerte anterior, aquella cara que le salía a Joaquín sólo cuando no iba a tardar la locura, el delirio, la ceguera. Con la misma voz que Maribel también conocía, con el mismo tono y con el mismo timbre Maribel, presa del pánico acertó a oír, y tú me dices eso, que te he tratado como a una reina mientras no te le mereces, con las putas de tus hijas amargándome la vida y tú también, buscando sólo lo peor para mí, y tú te atreves a decirme a mí lo que tengo que hacer, tu, hija de puta que sólo sabes hablar, que no paras de hablar y que te pasas el día tocándote el coño mientras yo trabajo, tú, tú, Joaquín por favor, Joaquín por favor, ¿tú me vas a decir a mí lo que yo tengo que hacer?

© 2009 jjb


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