lunes, 10 de mayo de 2010

Sancha /34

Y no son Pascuas ni Ramos, ni Cordero se planteaba los cambios de estaciones, ni las fiestas nacionales, ni las locales, ni nada. Cordero vivía ajeno, fuera del mundo, tal como los demás entendían el mundo. Nada le parecía serio, nada le parecía bueno ni malo. Cuando se tomaba su droga servida en vasos pequeños, pequeñas dosis legales de felicidad con consecuencias, nada tenía importancia, ni seriedad, ni trascendencia, nada importaba nada, nada era importante.”

Y cuando Sancha leyó ese párrafo, sus ojos de piedra se volvieron a llenar de lagrimas, con más fuerza aún que cuando comenzó aquel torrente de lágrimas que acabó de mala manera. Pero no podía sofocar la tristeza que le producía lo que aquel joven hubiera escrito, hubiera traducido en palabras, la tremenda desgracia de un ser humano buscando la nada, encontrando la nada, temiendo el abismo.

Y llorando se subió a su pedestal, y así siguió un buen rato, días quizás, sin consuelo, sin matices, sin tregua. Pero su llanto no fluía en vano, y yo, que nunca había llorado, lloré también con ella.

© 2010 jjb

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