miércoles, 30 de septiembre de 2009

Alonso III

848-910

Hijo y sucesor de Ordoño I pasó la mayor parte de su infancia en Oviedo, donde recibió una educación esmerada. Nombrado gobernador de Galicia a la edad de 14 años, tras la prematura muerte de su padre en 866, fue proclamado monarca, no sin antes enfrentarse a Fruela Vermúdez, el cual aprovechando su ausencia se apoderó del trono.

En el año 862 consideró Ordoño I que la educación que había recibido su hijo había sido suficiente, por lo que decidió enviarle a Galicia en calidad de gobernador. Con un doble propósito, ya que por un lado Alfonso debía representar en estas tierras al monarca y por otro debía completar su formación. De este modo en el año 866, entró por primera vez en combate en dos campañas sucesivas, donde derrotó a los normandos y a los árabes, los cuales intentaron llevar a cabo una expedición de castigo por mar.

Tras su llegada al poder Alfonso III intentó organizar nuevamente la administración del reino y reparar todos los desajustes que había ocasionado Vermúdez. Pero a pesar de la tranquilidad de los primeros meses de reinado, Alfonso III muy pronto se vio obligado a abandonar sus actividades, ya que a principios del 867 tuvo lugar una sublevación de los vascones, los cuales fueron acaudillados por un noble del territorio llamado Eylón.

A la edad de 21 años el monarca decidió que había llegado el momento de contraer matrimonio, para dar un heredero a la corona. Así tras considerar sus opciones, decidió casarse con Jimena, la hija del rey de Navarra García I Íñiguez. Dicho matrimonio tuvo como fruto el nacimiento, entre otros descendientes, de los futuros reyes García I, Ordoño II y Fruela II.

Deseoso de hacer de Santiago de Compostela un importante centro religioso, no emprendió Alfonso nuevas campañas en el exterior de sus reinos hasta el año 876, momento en el que se decidió a apoyar al gobernador de Badajoz en los enfrentamientos que éste mantenía con el emir cordobés. Aunque el monarca no acudió personalmente a la campaña, obtuvo importantes beneficios de la expedición, en la cual fue capturado uno de los generales de Muhammad I, llamado Hasim ibn Abd al-Aziz, por el que pidió un cuantioso rescate.

Finalmente en septiembre de 883 Alfonso III deseoso de ocuparse de la repoblación de sus territorios, decidió que había llegado el momento de firmar la paz con Córdoba, por lo que envió a un clérigo mozárabe, llamado Dulcidio a negociar con el emir. Alfonso III satisfecho por las gestiones realizadas por su enviado continuó repoblando el territorio conocido como tierra de campos, lo cual contribuyó notablemente al engrandecimiento del futuro condado independiente de Castilla, y además en estas mismas fechas llevó a cabo la repoblación de Castrojériz y fundó la ciudad de Burgos. Pero a pesar de que había conseguido mantener la paz con sus enemigos exteriores, tuvo el monarca que tomar de nuevo las armas para acabar con algunas sublevaciones internas, como la que protagonizó un noble leonés llamado Hanno que fue duramente castigado en el 885; o la del noble gallego Hermeregildo Pérez, que dirigió una conjura para acabar con la vida del monarca, descubierta en el año 886.

Según apuntan todos los cronistas, no preocupó en demasía a Alfonso que su hijo Ordoño, tras ser nombrado gobernador de Galicia, se proclamara rey del territorio en el año 897, puesto que éste confiaba plenamente en la labor que allí ejercía su hijo predilecto. Así en el año 899 acudió a Santiago a presidir la consagración de la primitiva catedral, con toda normalidad.

En la última etapa del reinado fueron evidentes los progresos que se habían realizado en la repoblación de Lusitania, Galicia, Tierra de Campos y Castilla, lo cual llevó a Alfonso III a fijar la frontera de su reino en las márgenes del Duero. Pero fueron precisamente estos progresos los que determinaron que tuviera que iniciar nuevas campañas para proteger sus territorios frente a los musulmanes, puesto que desde el año 901, estos se vieron amenazados por las tropas reclutada por Ahmed ibn Moawia y por un rebelde llamado Abu al-Asserraj, que iniciaron sus prédicas en las tierras dominadas por los bereberes.

Alfonso III murió el 20 de diciembre de 910 posiblemente a causa de una pulmonía a la edad de 62 años, en la ciudad de Zamora. Tras su muerte sus restos fueron depositados en una urna en la catedral de Astorga, donde permanecieron hasta que fueron trasladados a la iglesia de Santa María de Oviedo, para acabar finalmente, desde el siglo XVII, instalados en el panteón real de la catedral de la mencionada ciudad.


Fuente: EUM

Wikipedia

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